2017-09-14 12:56:00

Homilía del Papa: entrar en el misterio de amor de la Cruz


(RV).- Tras la pausa de verano y su Viaje Apostólico a Colombia, el Papa Francisco reanudó la celebración de la Misa en la capilla de la Casa de Santa Marta, en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, es decir el 14 de septiembre. En su homilía advirtió acerca de la tentación de pensar en un Cristo sin la Cruz, haciendo de Él “un maestro espiritual”, o pensar en una Cruz sin Cristo, es decir vivir sin esperanza, en una especie de “masoquismo espiritual”.

El Papa centró su reflexión en el “misterio de amor” que constituye, precisamente, la Cruz. Teniendo en cuenta que la Liturgia habla de ella como si fuera un árbol, noble y fiel, Francisco evidenció que no siempre es fácil comprender esto. “Sólo con la contemplación – dijo  – se va adelante en este misterio amor”. Y añadió que Jesús, cuando se lo explica a Nicodemo – tal como lo recuerda el Evangelio del día – utiliza dos verbos, a saber: “subir” y “descender”. Sí, porque como dijo el Papa Bergoglio “Cristo descendió del Cielo para llevarnos a todos nosotros a subir al Cielo”. Y reafirmó que “éste es el misterio de la Cruz”. Mientras en la Primera Lectura, San Pablo lo explica diciendo que Jesús “se anonadó a sí mismo”, haciéndose obediente hasta la muerte en la Cruz:

“Éste es el descenso de Jesús: hasta el fondo, hasta la humillación. Se despojó por amor, y por esto Dios lo exaltó y lo hizo subir. Sólo si nosotros logramos comprender este descenso hasta el final podemos comprender la salvación que nos ofrece este misterio de amor”.

Naturalmente esto no es fácil, tal como lo recordó Francisco, porque siempre están las tentaciones de considerar una mitad  y no la otra. Tanto es así que San Pablo  dirigió palabras fuertes a los Gálatas  cuando les dijo que habían cedido ante la tentación de no entrar en el misterio de amor, sino de explicarlo”. Así como la serpiente había encantado a Eva y en el desierto había envenenado a los israelitas, del mismo modo fueron encantados “por la ilusión de un Cristo sin la Cruz o por una Cruz sin Cristo”.  Estas son las dos tentaciones ante las que se detuvo el Santo Padre. La primera, es la de un Cristo sin la Cruz, o sea, hacer de Él “un maestro espiritual”, que te lleva adelante con tranquilidad:

“Un Cristo sin la Cruz que no es el Señor: es un maestro. Nada más. Es aquel que, sin saberlo, tal vez buscaba Nicodemo. Es una de las tentaciones. Sí, Jesús, qué buen maestro, pero… sin la Cruz. ¿Quién los ha encantado con esta imagen? La rabia de Pablo. Jesucristo presentado pero no crucificado. La otra tentación es la Cruz sin Cristo. La angustia de permanecer abajo, rebajados, con el peso del pecado, sin esperanza. Es una especie de “masoquismo espiritual”. Sólo la Cruz, pero sin esperanza, sin Cristo”.

La Cruz sin Cristo sería “un misterio de tragedia” – añadió el Papa – como las tragedias paganas:

“Pero la Cruz es un misterio de amor, la Cruz es fiel, la Cruz es noble. Hoy podemos dedicar algunos minutos y cada uno preguntarse: ¿Cristo crucificado, para mí, es misterio de amor?  ¿Sigo a Jesús sin la Cruz, a un maestro espiritual que llena de consuelo, de buenos consejos? ¿Sigo la Cruz sin Jesús, siempre quejándome, con este “masoquismo” del espíritu? ¿Me dejo llevar por este misterio del descenso, vaciamiento total y elevación del Señor?”.

El Papa Francisco concluyó desenado que el Señor conceda la gracia “no digo de comprender, sino de entrar” en este misterio de amor. Después, con el corazón, con la mente, con el cuerpo, con todo, entenderemos algo”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).








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