2017-08-14 18:33:00

En su Asunción, el abrazo que la une con el Hijo querido es imagen del vínculo que Jesús tiene con todo el género humano


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

El ascendió primero con la fuerza del amor que respira con el Padre, porque no pueden separse, porque la Trinidad es una.

Pero Jesús ascendió al cielo con toda su carne, con las cinco llagas de su cuerpo resucitado; como el hijo de carne y huesos de María de Nazaret. Jesús no está solo atado al Padre por el amor que respiran mutuamente. Jesús conoce y extraña esa caricia de madre que recibió desde que estaba en su seno gestándose. Y está con ella siempre, como Hijo y porque nos tiene a todos nosotros pidiéndole que le pida esta gracia y esta otra, como nuestra gran intercesora.

Por eso, es lógico que María de Nazaret suba al cielo en cuerpo y alma, porque la carne de Jesús es su carne, amamantada, acaricicada y abrigada por ella; contemplada, abrazada y amada como la carne del “Hijo del hombre”, que nos ha reconciliado con el Padre y entre nosotros, pero con los brazos, los pies, la cabeza y el cuerpo que se gestó en el seno de María.

Y esta comunión, esta unión, que se da en el abrazo que los une en su Asunción al Cielo junto al Hijo querido es imagen de la atadura, el vínculo, la unión, que Jesús tiene, por María de Nazaret, con todo el género humano; también con vos y conmigo. Por eso con ella también vos y yo estamos ahí, ya, como en una familia. Y un día será definitivo. 








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