2017-07-22 08:00:00

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Compartimos algunos momentos con el Papa Francisco

(RV).- 22 de julio: fiesta de Santa María Magdalena. Por expreso deseo del Papa Francisco y como se lee en el Decreto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, fechado el día 3 de junio de 2016, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, en el Año de la Misericordia.

María Magdalena la Apóstol de los Apóstoles y de la Esperanza, la primera persona en encontrarse con Jesús resucitado

Así la recordó el Papa Francisco, destacando la revolución que ella vivió al escuchar que Jesús la llama por su nombre(audiencia general del 17 de mayo de 2017):

«La experiencia de la resurrección que vive María Magdalena es profunda y existencial. Ella se acercó al sepulcro con el corazón colmado de la tristeza y la soledad de quien ha perdido un ser querido, y al llegar allí, el dolor y la desilusión de no encontrar el cuerpo de Jesús le impedían verlo y reconocerlo vivo. Entonces Jesús, tomando la iniciativa, la llama por su nombre. Ella al sentirse interpelada personalmente, experimenta dentro de sí una felicidad tan profunda que cambiará su existencia y que está destinada también a transformar la existencia de todo hombre y mujer. Es muy hermoso pensar que la primera aparición de Jesús resucitado se haya producido de un modo tan personal y cercano».

Jesús nos llama también a nosotros por nuestro nombre como a la Magdalena y quiere que también nosotros seamos en el mundo mensajeros de su alegría y apóstoles de su esperanza, reiteró el Papa:

«Jesús no es uno que se adapta al mundo, tolerando que perduren la muerte, la tristeza, el odio, la destrucción moral de las personas… Nuestro Dios no es inerte, sino que nuestro Dios – me permito la palabra – es un soñador: sueña la transformación del mundo y la ha realizado en el misterio de la Resurrección»

El Santo Padre alentó a dejar que el Señor revolucione y transforme nuestra vida y el mundo con la alegría de su Resurrección, aquella alegría que nos da Jesús, «no con cuentagotas, sino con una cascada que arrolla toda la vida»:

 

«Nuestra vida, tantas veces cargada de esas mismas experiencias de soledad, de vacío y de dolor, se ve transformada por la presencia de Dios, que mucho antes de que nosotros lo busquemos, sale a nuestro encuentro, nos llama por nuestro nombre, y nos dice: ¡Levántate, no llores más, porque he venido a liberarte!».

«Apostolorum Apostola»

La decisión del Santo Padre Francisco – precisamente en el contexto del Jubileo de la Misericordia - de que la celebración de Santa María Magdalena sea elevada al grado de fiesta «se enmarca en el actual contexto eclesial que quiere reflexionar más profundamente sobre la dignidad de la mujer, la nueva evangelización y la grandeza del misterio de la misericordia divina», escribió el Arzobispo Arthur Roche, Secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

Recordando que «fue san Juan Pablo II quien dedicó una gran atención no sólo a la importancia de las mujeres en la misión del mismo Cristo y de la Iglesia, sino también, y en especial, al papel de María de Magdala como la primera testigo que vio al Resucitado y la primera mensajera que anunció la resurrección del Señor a los apóstoles (cfr. Mulieris dignitatem, n. 16).

Mons. Arthur Roche destacó que «esta importancia continúa hoy en la Iglesia, - tal como revela el empeño actual de una nueva evangelización -, que quiere acoger a todos los hombres y mujeres de cualquier raza, pueblo, lengua y nación (cfr. Ap 5,9), sin distinción alguna, para anunciarles la buena noticia del Evangelio de Jesucristo, acompañarles en su peregrinar terreno y ofrecerles las maravillas de la salvación de Dios. Santa María Magdalena es ejemplo de una verdadera y auténtica evangelizadora, es decir, de una evangelista que anuncia el gozoso mensaje central de la Pascua (cfr. Oración colecta del 22 julio y nuevo prefacio)».

(CdM – RV)








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