2017-04-07 13:05:00

Hace cuatro años el Papa Francisco tomó posesión de la Catedral de Roma


(RV).- «Caminemos juntos con la alegría de la Resurrección de Jesús», «dejemos que la Misericordia de Dios nos encuentre con su ternura»… Son algunas de las exhortaciones que el Papa Francisco pronunció al tomar posesión de la Catedral de Roma, el 7 de abril de 2013.

Ese año coincidió con el II Domingo de Pascua, de la Divina Misericordia, «por voluntad de Juan Pablo II, que cerró los ojos a este mundo precisamente en las vísperas de esta celebración», como recordó el Papa Bergoglio, en el rezo del Regina Coeli, invitando a invocar juntos a la Virgen María «para que nos ayude, a Obispo y pueblo a caminar en la fe y en la caridad, confiando siempre en la misericordia del Señor».

Recibido con el canto del himno Tu es Petrus, el Papa Francisco celebró con gran alegría por primera vez la Eucaristía en la Basílica de Basílica papal de San Juan de Letrán, consagrada al Santísimo Salvador, Catedral del Obispo de Roma. Y en su homilía hizo hincapié en la hermosa realidad de fe para nuestra vida que es la misericordia de Dios, que celebramos en especial el Domingo que concluye la octava de Pascua:

«¡Caminemos juntos a la luz del Señor Resucitado!

Celebramos hoy el segundo domingo de Pascua, también llamado «de la Divina Misericordia». Qué hermosa es esta realidad de fe para nuestra vida: la misericordia de Dios. Un amor tan grande, tan profundo el que Dios nos tiene, un amor que no decae, que siempre aferra nuestra mano y nos sostiene, nos levanta, nos guía».

«Cuántas propuestas mundanas nos rodean, pero dejémonos aferrar por la propuesta de Dios, la suya es una caricia de amor», había señalado también el Papa Francisco, subrayando que «para Dios no somos números, somos importantes, es más, somos lo más importante que tiene; aun siendo pecadores, somos lo que más le importa».

Y, al concluir su homilía, compartió su vivencia y testimonio personal sobre la importancia de confiar en la misericordia, alentando a dejarnos envolver y abrazar por ella, para ser capaces también nosotros de misericordia:

«En mi vida personal, he visto muchas veces el rostro misericordioso de Dios, su paciencia; he visto también en muchas personas la determinación de entrar en las llagas de Jesús, diciéndole: Señor estoy aquí, acepta mi pobreza, esconde en tus llagas mi pecado, lávalo con tu sangre. Y he visto siempre que Dios lo ha hecho, ha acogido, consolado, lavado, amado.

Queridos hermanos y hermanas, dejémonos envolver por la misericordia de Dios; confiemos en su paciencia que siempre nos concede tiempo; tengamos el valor de volver a su casa, de habitar en las heridas de su amor dejando que Él nos ame, de encontrar su misericordia en los sacramentos. Sentiremos su ternura, tan hermosa, sentiremos su abrazo y seremos también nosotros más capaces de misericordia, de paciencia, de perdón y de amor».

Después de la celebración eucarística, el Papa Francisco se asomó al balcón de las bendiciones de la basílica de San Juan de Letrán y saludó a los numerosos fieles romanos y peregrinos:

«…Y sigamos adelante todos juntos, el pueblo y el Obispo, todos juntos; adelante siempre con la alegría de la Resurrección de Jesús; Él siempre está a nuestro lado. Que el Señor os bendiga».

(CdM-RV)








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