2017-04-03 14:20:00

“No tengo a nadie que me ayude”, el Papa sobre el paralítico de Betsaida


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Es hermosa la palabra de Jesús: ¿Quieres curarte? ¿Quieres ser feliz? ¿Quieres mejorar tu vida? ¿Quieres sentirte pleno del Espíritu Santo?, expresó Francisco  hablando del paralítico de Betsaida. “Todos los demás que estaban allí, enfermos, ciegos, paralíticos, habrían dicho: ‘¡Sí, Señor, sí!’. Pero este es un hombre extraño. Le respondió a Jesús: ‘Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua se agita... otro desciende antes que yo’. La respuesta es una queja: ‘Pero mira, Señor lo fea que es mi vida, que injusta es la vida conmigo. Todos los demás pueden ir y curarse, y yo desde hace treinta y ocho años que trato, pero’…”. Y Francisco señalo que la queja va acompañada de la culpar a los otros de los males de uno. Para después pasar al pecado de la pereza. “Este es un feo pecado, el pecado de la pereza. Este hombre estaba enfermo no tanto por la parálisis, sino por la pereza, que es peor que tener el corazón tibio, peor aún. Es vivir pero porque vivo y no tener ganas de ir adelante, no tener ganas de hacer algo en la vida, haber perdido la memoria de la alegría. Este hombre ni siquiera de nombre conocía la alegría, la había perdido. Este es el pecado. Es una enfermedad fea: ‘Pero así estoy cómodo, me he acostumbrado… Pero la vida ha sido injusta conmigo…’. Y se ve el resentimiento, la amargura de aquel corazón”. Jesús no le reprocha, pero le dice: “Levántate, toma tu camilla y camina”.

@jesuitaGuillo








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