2016-11-01 18:55:00

No estamos solos ahora y nos encontraremos con ellos al final del camino


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

De algún modo el cielo se abrió, porque la solemnidad de todos los santos, con tantos milagros que nos hacen, muestra que el corazón grande de Jesús abraza a tantos, que gozan ya de la libertad y Vida plena en el amor misericordioso de Dios.

Muchos podrán dudar. Pero no se pueden destruir tantos signos, evidencias, reliquias, monumentos y templos, levantados como gratitud a la acción potente de Dios a través del ejemplo y de la intercesión de tantos santos.

Pero en la solemnidad de Todos los Santos celebramos también a esos familiares y amigos tuyos y míos, que no están ni serán canonizados, pero que ya gozan el Cielo con Dios. Esos de la foto en el altar familiar, que ponemos junto a la Cruz, la Virgen y los otros santitos de nuestra devoción.

Por eso, cuando el 2 de noviembre, celebremos la memoria de nuestros difuntos queridos, no dejés de encender esa velita en la tumba o en el altar familiar, porque representa la luz de la felicidad de Dios que ellos ya tienen o esperan en el Cielo. Te pido que no dejés de poner esa flor hermosa, porque así como en la flor está incipiente la semilla del árbol, así, por el Bautismo recibido, ese ser tuyo querido difunto ya tiene la semilla de la Resurrección y será como Jesús.

“Dales Señor el descanso eterno. Y brille para ellos la Luz que no tiene fin. Que las almas de nuestros fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz”. Amén.








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