2016-10-14 12:32:00

En la cruz está nuestra salud y nuestra vida, decía y enseñaba el Cura Brochero


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

“Cristo lavó mis pecados en su sangre...”, expresaba José Gabriel Brochero y esto es lo que siempre recordaba en su corazón cuando pensaba en Cristo. Por eso decía a sus paisanos haciéndoles mirar la cruz de la Capilla de la Casa de Ejercicios: “En la cruz está nuestra salud y nuestra vida... la fortaleza del corazón, el gozo del espíritu... la esperanza del cielo... ¿Tendremos valor para mirar al Salvador sin conmovernos y sin resolvernos a seguirlo, aunque sea caminando por el medio de la amargura, y aunque sea derramando nuestra sangre gota a gota hasta exhalar el alma?” (Plática sobre la Última Cena de Jesús).

El mismo Brochero se ocupó de hacer tallar una imagen de Cristo crucificado para la Casa de Ejercicios y dio al artista indicaciones precisas para que a los ejercitantes se les imprimiera en el corazón la imagen misma del amor, el perdón, la misericordia, como la imagen de Jesús crucificado se le había impreso en el propio corazón de sacerdote.

Cristo crucificado es la fuerza de la vida y el amor más grande de José Gabriel Brochero. Y el que busque otra razón, aunque sea para la construcción de un camino, se equivoca si no afirma que la causa es Cristo: “Todo lo hago por amor al Corazón de Cristo”, decía el cura Brochero.

@jesuitaGuillo 

 








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