2016-07-12 11:32:00

«Siempre hay tiempo para cambiar lo que nos destruye como pueblo», la voz de nuestros oyentes


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(RV).- En la vida cotidiana no siempre existen las segundas oportunidades. Con frecuencia somos testigos de lo duro que resulta poder comenzar de nuevo o reparar un error cometido, por mucho que éste nos pese o por muy arrepentidos que estemos. Eso ocurre como fruto de un sistema global que avanza vertiginosamente hacia el desarrollo material y económico de la sociedad, sin preocuparse demasiado en protejer el valor humano y espiritual de sus individuos.

La misericordia de Dios, sin embargo, actúa de una manera muy distinta. Siempre da una nueva oportunidad para cambiar, para «empezar desde cero». Es infinitamente eterna y derrama su gracia sin límites sobre aquel que desea recibir su perdón y dejarse transformar por Él.

Así nos lo explica el Papa Francisco en el marco del Año Jubilar de la Misericordia, en el que celebramos precisamente ese regalo de la reconciliación  que nos ofrece el Padre, a todos nosotros, sus Hijos; sin prejuicios, sin condenas, sin resentimientos. 

«La misericordia de Dios entra en el corazón del hombre revelando y manifestando lo que es nuestra certeza y nuestra esperanza: siempre hay posibilidad de cambio. Estamos a tiempo de reaccionar y transformar, modificar y cambiar. Convertir lo que nos está destruyendo como pueblo lo que nos está degrando como humanidad. La misericordia nos alienta a mirar el presente y a confiar en lo sano y bueno que late en cada corazón», recordó el Santo Padre en su homilía de la Misa celebrada en  Ciudad Juárez, durante su Viaje Apostólico a México en febrero de 2016.

Hoy rememoramos sus palabras con el deseo de animar a toda la audiencia de Radio Vaticana, que nos acompaña desde distintas partes del mundo, a no perder nunca la esperanza de poder cambiar para mejor, de reparar aquello en lo que nos hemos equivocado, puesto que los brazos de Dios siempre están abiertos para recibirnos. A continuación compartimos los profundos testimonios que escriben nuestros oyentes en Facebook y en Twitter, contando cómo están viviendo este Año Santo de la Misericordia. También  escucharemos sus mensajes de voz enviados a nuestro número de WhatsApp (0039) 347225 0785 

«Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia de Dios para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre», dice nuestro oyente Álvaro Rojas de Honduras citando un fragmento de la Bula Misericordiae Vultus con la que el Obispo de Roma convocó el Jubileo extraordinario de la Misericordia y añade: «Por ello el Papa nos ha regalado este Año Santo como tiempo propicio para la Iglesia. Para que se haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes. Oremos para que así sea». 

Esther del Río escribe desde la Rioja, España: «El Jubileo es un tiempo de cambio, de reflexión, de oración. Las palabras del Papa Francisco me han animado a acercarme al confesionario después de mucho tiempo y he podido sentir el alivio del perdón sanador que ha restaurado mi espíritu haciéndome ver cómo Dios, en su infinita misericordia, me da una nueva oportunidad para recomenzar el camino que había abandonado».

«Como nos recuerda el Santo Padre, “con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad". La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud. Por eso, si verdaderamente queremos ser seguidores de Cristo, estamos llamados a imitarlo en el amor», escribe Ana Lisa Pérez de Lima, Perú.

«¡Cuánto nos cuesta perdonar! El orgullo propio es una enfermedad que poco a poco va aniquilando nuestra alma hasta que la deja sin vida. Recemos… busquemos unos minutos de oración al día, ante el sagrario. Volvamos a visitar las Iglesias en las que un día, siendo niños, fuimos bautizados. Volvamos a visitar a nuestro Padre. No importa cuánto tiempo llevemos apartados de su lado. Él siempre nos espera con los brazos abiertos», escribe nuestra seguidora Marta Huelin de Santiago de Chile.

«La misericordia de Dios es nuestro escudo y fortaleza», dijo finalmente el Papa haciendo hincapié en que son las lágrimas las que logran sensibilizar la mirada y la actitud endurecida y especialmente adormecida ante el sufrimiento ajeno. «Son las lágrimas las que pueden generar una ruptura capaz de abrirnos a la conversión. Así le pasó a Pedro después de haber renegado de Jesús; lloró y las lágrimas le abrieron el corazón».

Al igual que el apóstol, también nosotros estamos invitados en este Año Santo, a abrir nuestros corazones a la misericordia de Dios aunque ello conlleve lágrimas de arrepentimiento; pues como explica el Papa: «son las lágrimas las que nos conducen a la conversión».

(SL-RV)








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