2016-06-29 11:21:00

Pedro y Pablo mensajeros aún hoy de la misericordia y paz de Jesús, dijo el Papa y encomendó al mundo a María, antes del rezo del Ángelus


(RV).- Introduciendo el rezo a la Madre de Dios, en la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, patronos de Roma y venerados por la Iglesia universal, «columnas» y «luces» de la Iglesia de Oriente y Occidente, el Papa Francisco dijo que «Pedro y Pablo vuelven hoy idealmente entre nosotros, vuelven a recorrer las calles de esta Ciudad, llaman a la puerta de nuestras casas, pero sobre todo de nuestros corazones».

Y, señalando que «quieren volver a traer a Jesús, su amor misericordioso, su consolación, su paz»,  exhortó a acoger su mensaje y a atesorar su testimonio. «La fe escueta y firme de Pedro, el corazón grande y universal de Pablo nos ayudarán a ser cristianos alegres, fieles al Evangelio y abiertos al encuentro con todos».

Recordó que en la Santa Misa bendijo el Palio destinado a los nuevos Arzobispos Metropolitanos de diversos países.  Los saludó, junto con sus familiares y peregrinos que los acompañaron y los alentó a «proseguir con alegría su misión al servicio del Evangelio,  en comunión con toda la Iglesia y en especial con la Sede de Pedro, como expresa precisamente el signo del Palio».

Entre los 25 prelados, de esta solemnidad del 2016, dos son de Ecuador: Mons. Luis Gerardo Cabrera Herrera, Arzobispo de Guayaquil y Mons. Marcos Aurelio Pérez Caicedo, Arzobispo de Cuenca. Dos de España: Mons. Fidel Herráez Vegas, Arzobispo de Burgos, y Mons. Juan José Omella Omella, Arzobispo de Barcelona. Dos de México: Mons. Ruy Rendón Leal, Arzobispo de Hermosillo, y Mons. Francisco Moreno Barrón, Arzobispo de Tijuana. Y uno de Cuba, Mons. Juan de la Caridad García Rodríguez, Arzobispo de San Cristóbal de La Habana.

Y destacando su alegría también por la presencia de los Miembros de la Delegación llegada a Roma en nombre del Patriarca Ecuménico, «el queridísimo hermano Bartolomé», subrayó los fraternos lazos que existen entre nuestras Iglesias, invitando a rezar para que se refuercen cada vez más los vínculos de comunión y el testimonio común.

«A la Virgen María, Salus Populi Romani, - dijo el Papa Francisco - encomendamos hoy al mundo entero, y, en particular esta ciudad de Roma, para que pueda encontrar siempre en los valores espirituales y morales que la enriquecen el fundamento de su vida social y de su misión en Italia, en Europa y en el mundo».

(CdM – RV)

Voz y texto completo de las palabras del Papa antes del rezo del Ángelus:

«Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!

Celebramos hoy la fiesta de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, alabando a Dios por su predicación y su testimonio. Sobre la fe de estos dos Apóstoles se funda la Iglesia de Roma, que desde siempre los venera como patronos. Sin embargo, es toda la Iglesia universal la que mira hacia ellos con admiración, considerándolos dos columnas y dos grandes luces que brillan, no sólo en el cielo de Roma, sino en el corazón de los creyentes de Oriente y de Occidente.

En la narración de la misión de los Apóstoles, el Evangelio nos dice que Jesús los envió de dos en dos (cfr Mt 10,1 – Lc 10,1). En cierto sentido, también Pedro y Pablo, desde Tierra Santa, fueron enviados hasta Roma, para predicar el Evangelio. Eran dos hombres muy distintos entre sí: Pedro «un humilde pescador». Pablo «maestro y doctor», como reza la liturgia de hoy. Pero si aquí en Roma conocemos a Jesús, si la fe cristiana es parte viva y fundamental del patrimonio espiritual y de la cultura de este territorio, se debe al coraje apostólico de estos dos hijos del Cercano Oriente. Ellos, por amor de Cristo, dejaron su patria y descuidando las dificultades del largo viaje y de los riesgos y de la desconfianza que habían de encontrar, llegaron a Roma. Aquí se hicieron anunciadores y testigos del Evangelio entre la gente y sellaron con el martirio su misión de fe y caridad.

Pedro y Pablo vuelven hoy idealmente entre nosotros, vuelven a recorrer las calles de esta Ciudad, llaman a la puerta de nuestras casas, pero sobre todo de nuestros corazones. Quieren volver a traer a Jesús, su amor misericordioso, su consolación, su paz ¡Tenemos tanta necesidad de ello! ¡Acojamos su mensaje! ¡Atesoremos su testimonio! La fe escueta y firme de Pedro, el corazón grande y universal de Pablo nos ayudarán a ser cristianos alegres, fieles al Evangelio y abiertos al encuentro con todos.

Durante la Santa Misa, en la Basílica de San Pedro, esta mañana, he bendecido los Palios de los Arzobispos Metropolitanos nombrados en el último año, provenientes de diversos países. Renuevo mi saludo y les deseo a ellos, a sus familiares y a cuantos los han acompañado en esta peregrinación. Y los aliento a proseguir con alegría su misión al servicio del Evangelio, en comunión con toda la Iglesia y en especial con la Sede de Pedro, como expresa precisamente el signo del Palio.

En la misma celebración, he acogido con alegría y afecto a los Miembros de la Delegación llegada a Roma en nombre del Patriarca Ecuménico, el queridísimo hermano Bartolomé. También esta presencia es signo de los fraternos lazos que existen entre nuestras Iglesias. Oremos para que se refuercen cada vez más los vínculos de comunión y el testimonio común.

A la Virgen María, Salus Populi Romani, encomendamos hoy al mundo entero, y, en particular esta ciudad de Roma, para que pueda encontrar siempre en los valores espirituales y morales que la enriquecen el fundamento de su vida social y de su misión en Italia, en Europa y en el mundo».

(Traducción del italiano: Cecilia de Malak – RV)








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