2016-06-25 11:31:00

Las flores y las velas son la única nota de color del Memorial de Tzitzernakaberd


(RV).- Desde la “colina de las golondrinas” donde se encuentra el memorial dedicado a las víctimas de la masacre del Gran Mal de Armenia, se ve toda la ciudad de Ereván. Dicen los armenios que allí se está más cerca del cielo. Las flores y las velas son la única nota de color que se encuentra en el recinto.

El mausoleo está formado por 12 bloques de cemento y basalto, recordando a las 12 provincias de las que provenían las víctimas de la persecución otomana. En medio de ellas, la conocida como “llama eterna”. Un lugar en el que se corta el aire y se siente el dolor y el sufrimiento del pueblo armenio.

Los músicos, literatos, filósofos, actores y el resto de armenios que formaban la valorada vida cultural del país  fueron el primer objetivo del Imperio Otomano. Después de aniquilarles a ellos se continuó con las  matanzas masculinas, después la deportación forzada de mujeres, niños, ancianos y enfermos obligándoles a transitar el  desierto sirio sin agua ni alimentos. Un terrible capítulo de la historia de la humanidad que dejó más de un millón y medio de muertos y más de tres millones de personas que huyeron y dejaron sus casas para comenzar de nuevo en otros países. Miles de niños huérfanos que se montaban en barcos sin conocer su destino, después de haber visto como mataban a sus padres.

Muchas de estas historias se revelan en el museo memorial mediante fotografías y documentos que reflejan lo que fueron las torturas del genocidio. Cabe destacar el gran trabajo de Johannes Lepsius, misionero alemán gracias al cual se pudo documentar una parte de la barbarie. Él tuvo más fortuna que el resto de las personas que fotografiaron alguna de las escenas, quienes fueron inmediatamente asesinados. Lepsius pudo escapar y enviar su documentación a Alemania. 

Y hasta aquí, hasta el memorial, también llegó San Juan Pablo II en el año 2001 quien plantó un árbol como símbolo de paz, que hoy crece con fuerza y se ve nada más entrar al recinto. El Papa Wojtyla durante la oración que rezó junto a las víctimas y a los pies de la “llama eterna” se preguntó “cómo es posible que el mundo siga sufriendo aberraciones tan inhumanas”.

(Mónica Zorita- Radio Vaticano)








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