Programa en español para Guinea Ecuatorial y África

(RV).- Una semana más con ustedes, Sábado de la Octava de Pascua, 2 de abril, XI aniversario de la muerte de San Juan Pablo II, víspera del II Domingo de Pascua, que el mismo Papa santo quiso dedicar a la Divina Misericordia.

«Hacerse misericordiosos significa aprender a ser valientes en el amor concreto y desinteresado». Es el tweet de hoy del Papa Francisco

«Cristo resucitado anuncio de vida para toda la humanidad indique caminos de esperanza a los que sufren en todo el mundo»

«Dios ha vencido el egoísmo y la muerte con las armas del amor; su Hijo, Jesús, es la puerta de la misericordia, abierta de par en par para todos»

En este Sábado de la Octava de Pascua, nos detenemos en el tradicional Mensaje pascual Urbi et Orbi, en el que el Papa Francisco exhortó a hacer resonar en todo el mundo el mensaje de esperanza de Jesús Resucitado, que nos concede su mirada de ternura y compasión hacia los hambrientos y sedientos, los encarcelados, los marginados y descartados, las víctimas del abuso y la violencia, los migrantes y refugiados.

El Obispo de Roma alentó las perspectivas de paz en África, en particular, en Burundi, Mozambique, la República Democrática del Congo y en el Sudán del Sur, lacerados por tensiones políticas y sociales.

Pidió que Cristo resucitado indique caminos de esperanza a Siria, a los países de Oriente Medio y a Ucrania. También recordó a las víctimas del terrorismo y la violencia en Bélgica, Turquía, Nigeria, Chad, Camerún, Costa de Marfil e Iraq.

Pasando por Tierra Santa, alentando la convivencia y la paz entre israelíes y palestinos, el Papa se refirió asimismo a Venezuela.

Recordando a la muchedumbre cada vez más grande de emigrantes y refugiados — incluyendo muchos niños — que huyen de la guerra, el hambre, la pobreza y la injusticia social, deseó que la cita de la próxima Cumbre Mundial Humanitaria no deje de poner en el centro a la persona humana, con su dignidad, y desarrollar políticas capaces de asistir y proteger a las víctimas de conflictos y otras situaciones de emergencia, especialmente a los más vulnerables y los que son perseguidos por motivos étnicos y religiosos.

Con un pensamiento también para nuestros hermanos y hermanas perseguidos por la fe y por su fidelidad al nombre de Cristo. Y sin olvidar la explotación del planeta por avidez de ganancias, los graves daños causados por los cambios climáticos.

Y evocamos también el Jueves Santo, en el que el Papa Francisco renovó el gesto de Jesús: paz y hermandad, contra traficantes de armas, guerras y terror

En la Misa de la Cena del Señor, dando comienzo al Triduo Pascual del Jubileo de la Misericordia, el Papa destacó dos gestos: Jesús lava los pies y Judas vende a Jesús por dinero

Con el mismo gesto de Jesús, que lavó los pies, el Papa Francisco recordó que «todos somos hermanos» y «ello tiene un nombre: paz y amor». Y refiriéndose al «gesto de guerra y destrucción», perpetrado en Bruselas, por quienes no quieren la paz, puso en guardia con firmeza contra los fabricantes y traficantes de armas.

En su homilía, el Sucesor de Pedro destacó que los gestos hablan más que las imágenes y las palabras. E hizo hincapié en la contraposición entre el gesto de amor de Jesús y el de Judas que traiciona al Señor, detrás del cual había otros que no querían la paz.

La celebración tuvo lugar en el Centro de acogida para solicitantes de asilo, CARA, por su sigla en italiano, en Castelnuovo di Porto, a unos 30 kilómetros al norte de Roma.

«Musulmanes, hindúes, católicos, coptos, evangélicos» «todos somos hermanos, de diferentes culturas y religiones y queremos vivir en paz», recemos al Señor «para que esta hermandad se contagie en todo el mundo», reiteró el Santo Padre, que lavó los pies a doce personas, 11 acogidas en el mismo centro y una trabajadora social, de distintas nacionalidades y religiones.

«El túnel que nos conecta a Dios», es la reflexión que nos ofrece el jesuita Guillermo Ortiz

Nos acompaña la Voz de los Peregrinos en la Plaza de San Pedro

(CdM – RV)