2016-03-23 11:11:00

"Tres días intensos que nos hablan de la misericordia de Dios". El Triduo Pascual en la Catequesis del Papa


(RV).- En la Audiencia General del miércoles santo, el Papa Francisco reflexionó sobre la misericordia de Dios, que “en este día introduce al Triduo Pascual”, y se detuvo a explicar detalladamente el “gran misterio de amor y de misericordia de Dios”, advirtiendo que “nuestras palabras son pobres e insuficientes para expresarlo en plenitud”.

“Queridos hermanos y hermanas: Nuestra reflexión de hoy nos introduce en el Triduo Pascual. Tres días intensos que nos hablan de la misericordia de Dios, pues hacen visible hasta dónde puede llegar su amor por nosotros. El Evangelio de san Juan dice: «Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo», los amó hasta el fin. El Triduo Pascual es el memorial de un drama de amor que nos da la certeza que nunca seremos abandonados en las pruebas de la vida”.

“Un amor que va hasta el fin sin fin”. Citando a San Agustín, el pontífice especificó que la pasión de Jesús dura “hasta el fin” porque es un “compartir con” los sufrimientos de toda la humanidad, y es una “presencia permanente” en la vida de cada uno de nosotros.

“El Jueves Santo, con la institución de la Eucaristía y el lavatorio de los pies, Jesús nos enseña que la Eucaristía es el amor que se hace servicio”. El Papa explicó que la Eucaristía es la presencia sublime de Cristo, porque precisamente en el darse a nosotros como alimento, testimonia que debemos aprender a compartir este alimento con los demás, para que se convierta en una verdadera comunión de vida “con cuantos tienen necesidad”. Jesús enseña en primera persona a los discípulos cómo deben actuar, y así, “se dona a nosotros, y nos pide que permanezcamos en Él, para que hagamos lo mismo”.

“El Viernes Santo, llegamos al momento culminante del amor, un amor que quiere abrazar a todos sin excluir a nadie con una entrega absoluta”. El Santo Padre reiteró que la muerte de Jesús en la cruz, para ofrecer la salvación al mundo entero, expresa el amor donado “hasta el fin”. “Si Dios nos ha demostrado su amor supremo en la muerte de Jesús – dijo- entonces nosotros, regenerados por el Espíritu Santo, podemos y debemos amarnos los unos a los otros”.

“El Sábado Santo, es el día del silencio de Dios, Jesús comparte con toda la humanidad el drama de la muerte, no dejando ningún espacio donde no llegue la misericordia infinita de Dios. En este día, el amor no duda, como María, la primera creyente, ella no dudó, guardó silencio y esperó. El amor espera confiado en la palabra del Señor hasta que Cristo resucite esplendente el día de Pascua”.

El Sucesor de Pedro afirmó que “es todo un gran misterio de amor y de misericordia”,  y que “nuestras palabras son pobres e insuficientes para expresarlo en plenitud”. Por eso indicó que nos puede ayudar la experiencia de la joven mística Juliana de Norwich, quien, aunque analfabeta, “describiera con un lenguaje simple, pero profundo e intenso, el sentido del amor misericordioso”. Y citó las palabras de la joven: «Entonces nuestro buen Señor me preguntó: “¿Estas contenta que yo haya sufrido por ti?” Yo dije: “Si, buen Señor, y te agradezco muchísimo; sí, buen Señor, que Tú seas bendito”. Entonces Jesús, nuestro buen Señor, dice: “Si tú estás contenta, también yo lo estoy. El haber sufrido la pasión por ti es para mí una alegría, una felicidad, un gozo eterno; y si pudiera sufrir más lo haría”».

Concluyendo su catequesis, el Obispo de Roma deseó “que en estos días santos, acojamos en nuestro corazón la grandeza del amor divino en el misterio de la Muerte y Resurrección del Señor”.

(GM – RV)








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