2016-03-04 12:07:00

El Papa Francisco asiste a la tercera predicación de Cuaresma


Anunciar la Palabra

(RV).- “El medio y el mensaje”; “Palabras y obras”; “Cómo volverse evangelizadores”. Y “Evangelización y compasión”, fueron los temas que abordó el  Padre Raniero Cantalamessa, Predicador de la Casa Pontificia en su tercera predicación de Cuaresma sobre la Constitución dogmática “Dei Verbum”.

En esta ocasión, el Predicador de la Casa Pontificia concluyó sus reflexiones sobre lo que había explicado anteriormente acerca de esta Constitución conciliar sobre la Palabra de Dios para referirse concretamente al tema de “Anunciar la Palabra”, recordando al mismo tiempo que “el Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización”.

Queda una cuarta operación sobre la cual vamos a reflexionar hoy, anunciar la Palabra. La Dei Verbum habla brevemente del puesto privilegiado que debe tener la Palabra de Dios en la predicación de la Iglesia (DV, n. 24), pero no se ocupa directamente del anuncio, también porque a este tema el Concilio dedica un documento aparte, la Ad gentes divinitus, sobre la actividad misionera de la Iglesia.

Después de este texto conciliar, el predicador explicó que el razonamiento fue retomado y actualizado por el beato Pablo VI con la Evangelii nuntiandi; por san Juan Pablo II, con la Redemptoris missio, y por el Papa Francisco con la Evangelii gaudium.

El medio y el mensaje

“Si quiero difundir una noticia – dijo – el primer problema que se me plantea es: ¿con qué medio transmitirla? ¿Periódico? ¿Radio? ¿Televisión? El medio es tan importante que la moderna ciencia de las comunicaciones sociales ha acuñado el eslogan: ‘El medio es el mensaje’. Entonces, ¿cuál es el medio primordial y natural con el que se transmite la palabra?”, se preguntó el predicador.

“Es el aliento, la respiración, la voz. Esto toma, por así decir, la palabra que se ha formado en lo secreto de mi mente y la lleva al oído del que escucha. Todos los otros medios sólo deben potenciar y amplificar ese medio primordial de la respiración o de la voz. También la escritura viene después y supone la viva voz, ya que las letras del alfabeto no son otra cosa que signos que indican los sonidos”.

También la Palabra de Dios sigue esta ley, afirmó el Padre Cantalamessa. Y dijo que ésta se transmite por medio de un aliento; el Espíritu Santo. Verdad sencillísima y casi obvia, pero de gran alcance, porque es la ley fundamental de cada anuncio y de toda evangelización.

Según Marcos y Mateo, la última palabra que Jesús dijo a los Apóstoles antes de subir al cielo fue “Vayan”: “Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación” (Mc 16, 15; Mt 28, 19). Según Lucas, el mandamiento final de Jesús parece el opuesto: ¡Permanezcan! “Permanezcan en la ciudad hasta que sean revestidos de poder desde lo alto” (Lc 24, 49). Naturalmente, no hay ninguna contradicción; el sentido es: vayan por todo el mundo, pero no antes de haber recibido el Espíritu Santo.

Palabras y obras

El predicador afirmó también que todo el pasaje de Pentecostés sirve para alumbrar esta verdad. Y añadió que lo primero que hay que evitar cuando se habla de evangelización es pensar que es sinónimo de predicación y, por tanto, reservada a una categoría particular de cristianos, los predicadores. De hecho, recordó, hablando de la naturaleza de la revelación, la Dei Verbum dice:

“Este plan de la revelación se realiza con hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas”.

Cómo volverse evangelizadores

Teniendo en cuenta que el empeño por la evangelización es de todos, el predicador expuso cuáles son las premisas y cuáles las condiciones para volverse verdaderamente un evangelizador, que, como explicó más adelante, no es el trabajo de un día.

Es fácil saber cómo se obtiene el Espíritu Santo con vistas a la evangelización. Sólo hay que ver cómo lo obtuvo Jesús y cómo lo obtuvo la misma Iglesia el día de Pentecostés. Lucas describe así el acontecimiento del bautismo de Jesús: “También Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él” (Lc 3, 21-22). Fue la oración de Jesús la que rasgó los cielos e hizo descender al Espíritu Santo, y lo mismo sucedió con los apóstoles. El Espíritu Santo, en Pentecostés, vino sobre ellos mientras “perseveraban unánimes en oración” (Hch 1, 14).

Evangelización y compasión

Al concluir su predicación, el Padre Cantalamessa afirmó que en la Biblia está escrito: “Como frío de nieve en tiempo de la siega, así es el mensajero fiel a los que lo envían; pues al alma de su señor da refrigerio” (Prov 25, 13). Y afirmó que la imagen del calor y del frío hace pensar a Jesús en la cruz gritando: “¡Tengo sed!”. Puesto que Él es el gran “segador”, sediento de almas, al que estamos llamados a dar refrigerio con nuestro humilde y devoto servicio al Evangelio.

El Espíritu Santo, agente principal de la evangelización 

Que el Espíritu Santo, “principal agente de la evangelización”, nos conceda dar a Jesús esta alegría, con las palabras o con las obras, según el carisma y el oficio que cada uno de nosotros tiene en la Iglesia.

(María Fernanda Bernasconi - RV).








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