2016-02-24 11:12:00

"Que el ejemplo Jesús transforme nuestra concepción de poder". El Papa Francisco en la Audiencia General


(RV).- En la Audiencia General del miércoles 24 de febrero, prosiguiendo con las series de catequesis sobre la Misericordia en la Sagrada Escritura, el Papa Francisco reflexionó sobre el Pasaje bíblico del Libro de los Reyes que relata el episodio de la Viña de Nabot.

“Queridos hermanos y hermanas: En esta catequesis presentamos la historia de Nabot que nos muestra al poder y la autoridad que pierden su dimensión de servicio y de misericordia. El rey Ajab quiere comprar la viña de Nabot por conveniencia personal. Nabot se niega, porque para Israel la tierra es de Dios, prenda de su bendición, y se debe custodiar y trasmitir a la siguiente generación. Ajab se enfurece por no haber satisfecho su deseo. La reina Jezabel usará su poder para matar a Nabot y así quedarse con la viña”.

El Santo Padre señaló que la riqueza y el poder son realidades que pueden ser buenas y útiles al bien común, si están puestas al servicio de los pobres y de todos con justicia y caridad. Si en cambio son vividas como privilegio, egoísmo y prepotencia, se transforman en instrumentos de corrupción y de muerte: “Es la historia de la trata de personas,  - dijo - del trabajo esclavo, de la pobre gente que trabaja en negro, con lo mínimo, para enriquecer a los potentes. Es la historia de los políticos corruptos que quieren más, y más, y más”. “Qué lejos está esto de la palabra de Jesús: «Quien quiera ser el primero… sea el servidor de todos» (Mc 9,35). Sin la dimensión del servicio, el poder se convierte en arrogancia y opresión. Si no hay justicia, misericordia y respeto a la vida, la autoridad se queda en mera codicia, que destruye a los demás en su afán de poseer”.

La misericordia divina puede sanar las heridas y cambiar la historia, porque es más fuerte del pecado de los hombres: “Pero - dijo Francisco en español - la misericordia puede vencer el pecado. Dios envía a Elías para que amoneste al rey y se arrepienta. Con todo, el mal causado dejará una herida que tendrá consecuencias en la historia. Sólo Jesús puede sanar estas heridas y cambiar la historia, pues desde el trono de la cruz, el verdadero rey sale a nuestro encuentro, vence el pecado y la muerte, y nos da la vida”. “Que el ejemplo de Jesús “transforme nuestra concepción de poder para que siempre vivamos nuestra responsabilidad como un servicio, en el que manifestar su misericordia a los demás”.

(GM – RV)








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