Testigo de una fe verdadera: Cristina, una joven migrante mexicana

(RV).- “La green card”, este papel, no dice que tú eres Persona”. Lo dijo ante los micrófonos de Radio Vaticano, Cristina, de veintiún años, quien migró con su mamá desde México hacia los Estados Unidos cuando tenía tres años y medio de edad.  Es la historia de una “segunda generación”, que ilustra algunos de los desafíos que deben afrontar muchos de los niños y jóvenes inmigrantes, a partir del aprendizaje del idioma, pasando por la inserción en una nueva cultura, y por la falta de acceso a la educación superior a causa de una burocracia legislativa.  

Son los llamados “dreamers”, es decir, “soñadores”: jóvenes con talento que fueron llevados por sus papás al país, que han crecido, se han educado y formado en el lugar y que no tienen acceso a la educación superior. Sueñan con estudiar, graduarse, trabajar y formar una familia y son el futuro, la esperanza y el testimonio de una tierra fundada sobre base migratoria.

Escuchamos a Cristina:

“Al inicio teníamos dificultad para hacer las tareas porque ni mi mamá ni yo hablábamos el inglés”, relata; “teníamos que buscar en el diccionario palabra por palabra”.

Si bien “con el aprendizaje del idioma las cosas se facilitaron”, años más adelante, Cristina, como muchos otros jóvenes de su edad, no pudo continuar con sus estudios a causa de su situación legal irregular.

Así es como llegó la desesperanza cuando le dijeron que para legalizar su situación, iba a tener que regresar a México por muchos años. “Ese año fue terrible para mí,  - nos dice - porque tenía la ilusión de terminar la secundaria, ir a la universidad”. “Me van a mandar a México adonde no he ido desde que tenía tres años,  es un país que no conozco,  - pensaba - ¡ahora todo es muy diferente allá!”. “Fue muy estresante”.

La Iglesia, Madre. Cristina, como la mayor parte de los hispanos en los Estados Unidos, es católica y ha encontrado en su parroquia un hogar: “Hablamos mucho con los sacerdotes sobre los problemas que teníamos, nos encomendamos a la Virgen María, y de a poco las cosas comenzaron a arreglarse”. “Dios te ayuda de verdad”. “Yendo a la iglesia puedes ver que Dios realmente sí te ayuda en tu vida”. “No quiere decir que te vas a convertir en monja o en sacerdote” y “obviamente no te va a dar las cosas inmediatamente”, sino que “tienes que tener fe verdadera, que es lo mamá me ha explicado toda la vida, que las cosas pasan por una razón”, porque “Dios nos quiere mucho” y “nos ayudará a obtener las cosas que nosotros queremos, pero cuando Él nos las quiera dar”.

Una pregunta lícita. Sobre su relación con sus compañeros Cristina nos cuenta que “a veces tenía un poco de celos, porque veía que ellos no ponían ganas en la escuela, aun teniendo la oportunidad de seguir sus estudios y de obtener ayuda financiera del gobierno, de ir a buenas escuelas”. “En cambio se salían sin terminarla”. “¿Cómo es que ustedes, teniendo el privilegio y la oportunidad de hacer tanto con sus vidas, no quieren aprovechar, mientras hay muchos otros que quisieran estar en su lugar y no pueden?”.

La belleza de la diversidad y la importancia de adaptarse a la nueva cultura. “Viviendo aquí he visto que es muy importante adaptarte a esta nueva cultura”. “Le decía a mi mamá: mira cuánto sufrimos de pequeños por no saber el idioma”, “tenemos que aprender el inglés, saber cómo leerlo y conversar con personas de otras culturas, con personas que también vienen de otras culturas”. Y, “¡es bonito! porque aprendes la cultura de otras personas,  y conoces su experiencia”.

Un mensaje para los jóvenes. El mensaje de Cristina para los jóvenes que están atravesando por su situación, es una invitación a “no perder la fe”, porque “aunque no tengas papeles, si le hechas ganas, vas a poder progresar en la vida”.  “La green card”, este papel, no dice que tú eres persona. Es sólo un papel. Tus esfuerzos, son los que te van a ayudar a salir adelante en la vida”.

Con la comunidad hispana desde Chicago, Griselda Mutual – Radio Vaticano