2015-12-21 17:04:00

Para sentirse necesitado de la ayuda de Dios hay que sentirse primero un "descartado", piensa Francisco


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Me impresionó mucho cuando en su homilía de la apertura de la puerta santa en Cáritas Roma, el 18 de diciembre de 2015, el Papa dijo con énfasis, con fuerza, rogándoselo a Dios mismo: “que cada uno de los romanos se sienta descartado, sienta la necesidad de la ayuda de Dios”.

Es fuerte porque lo dijo en una periferia de Roma, al final de la estación central de trenes, donde son asistidos los últimos, los prófugos sin documentos, sin techo, sin pan, sin nada, los pobres de todo, los abandonados, rechazados y descartados. Y fue al revés de las otras puertas santas, porque cuando abrió esta Puerta Santa de la caridad, no fueron detrás de él los otros fieles, como en san Pedro, como en san Juan de Letrán. La Puerta Santa de Cáritas es la puerta del comedor y Francisco empujó la puerta y entró ahí donde estaban los que trabajan en Cáritas asistiendo a la gente. Es decir, Francisco entró como uno más de los tantos pobres, prófugos, rechazados y descartados que ingresan ahí cada día buscando un plato de comida, un abrigo para el frío de diciembre en Roma, porque no tienen nada. Y ahí el obispo de Roma pidió para todos, incluso para él mismo, este “espíritu de descartado”, podríamos decir, que también a mí y a vos nos hace buscar la ayuda de Dios y solamente de Dios, porque se ha perdido todo, hay que pedir ayuda y no se tiene más que la caridad de alguno. No se tiene más que el amor de Dios que encarnado en aquellos que abren las puertas de su corazón completamente vacío de cosas materiales y también vacío de amor por el abandono, por el rechazo sufrido, por la cultura del descarte.

Es por esos lugares como Cáritas, por donde anda Dios en diciembre hecho un pobre, un prófugo, un mendigo. Y por eso lo encuentran los que son o eligen ser pobres, prófugos, rechazados, descartables de cada periferia del mundo.








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