De Puertas Abiertas es la Iglesia de Jesús que hoy impulsa Francisco

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita guillermo Ortiz

La Puerta Santa que se abrió en san Pedro y que se abre en cada catedral del mundo, es en estos días la imagen más fuerte, global, significativa del Jubileo de la Misericordia iniciado en Roma y en todo el planeta. Pero es también la imagen práctica, real, de la “Iglesia de Puertas abiertas” que impulsa el Papa con su magisterio de gestos, obras y también de palabras.

Frente a la imagen deprimente de tantas puertas cerradas por el miedo y la violencia, de tantas cabezas y corazones cerrados y encriptados en el pensamiento único, el miedo, la codicia, el odio, la venganza, se trabaja intensamente por una Iglesia que no encierra a Jesús bajo llave, que lo deja salir para derramar la misericordia de Dios que rebalsa su corazón encendido. Una Iglesia de puertas abiertas que rompe las cadenas y cerraduras que el miedo y el terror consolidan, para dejar entrar a todos, porque Dios ha cancelado la condena que pesaba sobre mí y sobre vos, y arrepentidos podemos obtener el perdón, la absolución, el indulto de la pena por los pecados.

Pero Francisco insiste en que abramos las puertas de los templos y comunidades; que abramos primero las puertas del corazón y de la propia casa, sobre todo porque el Hijo de Dios se hizo prófugo. Sí, porque primero es el Hijo mismo de Dios, Jesús de Nazaret, el que se hizo prófugo, sin techo, sin tierra, rechazado, perseguido por su identidad de Hijo de Dios, condenado, castigado, ejecutado a muerte y atravesado con la lanza. Y todo esto para que se abrieran en su corazón las puertas de la misericordia de Dios, infinita, poderosa, pura, fecunda, transformadora, sobre vos, sobre mí y sobre cada una de nuestras familias, para curarnos del mal y llenarnos con la luz y fuerza divinas; para que seamos buenos hijos de Dios y hermanos entre nosotros.