2015-12-13 11:48:00

El perdón de Dios y su decisión de vivir entre nosotros es el motivo de la alegría desbordante de su Pueblo


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

A pesar de los problemas, de la prepotencia de los poderosos y de la violencia, el profeta nos llama a la alegría porque Dios quiere vivir entre nosotros. Así lo inspira la liturgia cristiana estos días. La preparación de la Navidad, es decir, de la celebración de la primera venida del Hijo de Dios, en espera de su segunda venida cuando se cumpla la fecha de vencimiento de todo, es un tiempo penitencial. Se utilizan ornamentos morados en la liturgia católica. Pero este tiempo especial es para dar más espacio en el corazón al gozo, porque Dios “ha revocado toda condena y ha decidido vivir entre nosotros” como proclama el profeta Sofonías en los libros sagrados.

El perdón de Dios y su decisión de vivir entre nosotros es el motivo de la alegría desbordante. Por eso, Francisco dijo en la apertura de la Puerta Santa de san Juan de Letrán, catedral del obispo de Roma, en el año de la Misericordia: “No podemos dejarnos vencer por el cansancio; no nos está permitida ninguna forma de tristeza, a pesar de tener motivos por tantas preocupaciones y por las múltiples formas de violencia que hieren nuestra humanidad. La venida del Señor debe llenar nuestro corazón de alegría. El profeta abre nuestro corazón a la confianza: “Dios protege” a su pueblo. En un contexto histórico de grandes injusticias y violencias, obradas sobre todo por hombres de poder, Dios hace saber que Él mismo reinará sobre su pueblo, que no lo dejará más a merced de la arrogancia de sus gobernantes, y que lo liberará de toda angustia. Hoy nos piden que “no desfallezcan tus manos” (Cfr. Sof 3,16) a causa de la duda, de la impaciencia o del sufrimiento”.  

 








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