2015-12-05 12:09:00

Una voz grita en el desierto: preparen el camino...


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Juan Bautista, que puso detrás de Jesús a Juan y a Andrés, hermano de Pedro pescador. Y que preparó al Pueblo para la presencia y acción de Jesús de Nazaret se auto designa como “una voz que grita en el desierto” (Cfr. Lucas 3,1-6). Algunos creyeron su predicación y recibieron su bautismo de conversión, que hoy es lo que se llama: bautismo de deseo.

En el desierto superficialmente parece que no hay nada, que no hay vida, que todo está muerto, pero abajo y hacia dentro, en el desierto hay mucha vida oculta entre las piedras o la arena infinita. Y de pronto aparece el agua en el pequeño oasis como un pequeño paraíso. O surge de entre las piedras o la arena la serpiente o el escorpión letal. Mientras que el sol potente día tras día amenaza con agostar también el deseo de llegar a la meta o mata la fe de que hay algo al final de tanta muerte.

Así es la vida espiritual. Lo mismo pasa en el corazón humano. La Palabra de Dios y los predicadores gritan la verdad del amor victorioso en el corazón de Cristo resucitado y la potencia transformadora de la misericordia de Dios, y parece que no pasa nada, que la gente no escucha. Solo cuando alguien comete un delito, un atentado, a cuando la obra de amor y caridad conmueve al mundo, aflora que dentro del corazón humano actúa Dios y también el espíritu del mal como una semilla de trigo o de cizaña, de pan o de veneno.

Pero lo común es que la vida humana parezca desierto ordinario. Muchos caminando aparentemente o realmente sin sentido. Algunos comiendo piedras como si fueran pan, otros atacados por escorpiones y serpientes. Pero también hay muchos que siguen con una misteriosa fuerza y que aunque parece que agonizan llegarán... Y verán la salvación de Dios.








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