2015-10-27 18:46:00

Si Bartimeo era ciego los discípulos eran sordos, explicó Francisco al final del Sínodo


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Jesús escucha los gritos de Bartimeo, el mendigo ciego. El Evangelio refiere que Jesús se detiene, habla con Bartimeo y lo cura de la ceguera. En la misa de conclusión del sínodo de los obispos sobre la familia, el 25 de octubre de 2015, refiriéndose a este pasaje del evangelio, Francisco dijo que “hay algunas tentaciones para los que siguen a Jesús” Y habló de la tentación de no deternos ante quien nos pide ayuda. “Ninguno de los discípulos se detiene, como hace Jesús (con Bartimeo). Siguen caminando, pasan de largo como si nada hubiera sucedido –dijo. Si Bartimeo era ciego, ellos son sordos: aquel problema no es problema suyo”.

Tengamos en cuenta lo dijo frente a cardenales, obispos, sacerdotes y laicos que participaron del sínodo. Explicó: "Este puede ser nuestro riesgo: ante continuos apuros, es mejor seguir adelante, sin preocuparse. De esta manera, estamos con Jesús como aquellos discípulos, pero no pensamos como Jesús. Se está en su grupo, pero se pierde la apertura del corazón, se pierde la maravilla, la gratitud y el entusiasmo, y se corre el peligro de convertirse en “acostumbrados de la gracia”.” Francisco fue más allá en su denuncia de la tentación de los discípulos y pastores y afirmó que: “Podemos hablar de Jesús y trabajar para Jesús, pero vivir lejos de su corazón, que está inclinado hacia quien está herido. Esta es la tentación: una “espiritualidad del espejismo -dijo. Podemos caminar a través de los desiertos de la humanidad sin ver lo que realmente hay, sino lo que a nosotros nos gustaría ver; somos capaces de construir visiones del mundo, pero no aceptamos lo que el Señor pone delante de nuestros ojos. Una fe que no sabe radicarse en la vida de la gente permanece árida y, en lugar oasis, crea otros desiertos”. @jesuitaguillo








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