2015-10-11 14:57:00

Llevar la caridad y atención del Papa a Iraq y Jordania


(RV).- Ser signo e instrumento de la solicitud del Papa por la reconciliación y la paz entre los pueblos, con la cercanía del Obispo de Roma a los cristianos perseguidos.

Es una de las exhortaciones que recibió Mons. Alberto Ortega Martín, nombrado por el Papa Francisco Nuncio Apostólico en Iraq y Jordania, en su ordenación episcopal de manos del Cardenal Secretario de Estado de Su Santidad, Pietro Parolin, en la Basílica de San Pedro, en la víspera del XXVIII domingo del Tiempo Ordinario. .

Como Obispo – Representante Pontificio en Iraq y en Jordania – dijo el purpurado – «deberás llevar la palabra de sabiduría del Santo Padre, su atención al bien de aquellas naciones, así como de todos los grupos que las componen, y su especial cercanía a los cristianos, haciéndoles percibir que, precisamente porque experimentan la densidad de la cruz, están en el corazón de la Iglesia, del Papa y de la Santa Sede».

Destacando que la presencia y acción del Nuncio en Iraq y en Jordania «recordará la urgencia de reforzar iniciativas para restablecer condiciones de seguridad para todos y garantizar los derechos fundamentales, entre los que se destaca el derecho a la libertad de profesar el propio credo religioso sin afrontar discriminaciones, o peor aún verdaderas persecuciones», el Card. Parolin hizo hincapié asimismo en el derecho a permanecer en su propia tierra de origen. Y en caso de haber sido obligados a emigrar, poder volver en condiciones adecuadas de seguridad, teniendo la posibilidad de vivir y de trabajar en libertad y con perspectivas de futuro.

El Card. Parolin recordó la preparación teológica, académica y de trabajo de Mons. Ortega, que nació en Madrid, estudió en España y en Roma, y que ha servido a la Santa Sede en las Nunciaturas en tres continentes: en Nicaragua, en Sudáfrica y en El Líbano, así como durante once años en calidad de Oficial de la II Sección de la Secretaría de Estado.

Trabajo que en estos años – destacó también el purpurado – le ha permitido encontrar el precioso testimonio de fe ofrecido – a menudo con graves sacrificios – por parte de las comunidades cristianas en Oriente Medio. Y seguir con interés las dramáticas vivencias en las que están implicados esos pueblos que anhelan la paz y tienen que afrontar las trágicas consecuencias de conflictos violentos.

(CdM – RV)








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