2015-08-14 15:34:00

Benedicto XVI: el amor de Jesús, el de María y el P. Kolbe


(RV).- El martirio de San Maximiliano María Kolbe «fue una prueba heroica de amor», destacó Benedicto XVI, evocando al mártir franciscano de Auschwitz, cuya muerte «será siempre triunfo de la fuerza de Dios y de la nobleza del hombre sobre la inmensidad del mal».

«¡Pidamos por su intercesión el don de la paz en el mundo!», exhortó el Papa Joseph Ratzinger, en su audiencia general del 13 de agosto de 2008. E invitó a contemplar con fervor el testimonio del P. Kolbe y a acoger con humildad la Palabra de Jesucristo, meditándola cada día y llevándola a la práctica con valentía y constancia. Y, con el ejemplo de este santo mariano alentó a ponernos bajo el dulce amparo de la Virgen María, rezando el Rosario y confiando siempre en su amor de Madre.

Haciendo hincapié en la fecha de la memoria litúrgica de San Maximiliano Kolbe – el 14 de agosto, que fue la de su muerte en 1941 – en la víspera de la solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, Benedicto XVI invitó asimismo a renovar «nuestra confianza en la Madre de Dios que «desde el cielo, vela con amor materno sobre nosotros en todo momento», como decimos en la oración del Avemaría, pidiéndole que ruegue por nosotros «ahora y en la hora de nuestra muerte»:

«¡Ave María!: fue la última invocación salida de los labios de san Maximiliano María Kolbe mientras ofrecía su brazo al que lo mataba con una inyección de ácido fénico. Es conmovedor constatar que acudir humilde y confiadamente a la Virgen es siempre fuente de valor y serenidad».

Los mártires testimonian la luz del amor, «única fuerza creativa» reiteró Benedicto XVI:

«Aparentemente su existencia se podría considerar una derrota, pero precisamente en su martirio resplandece el fulgor del amor que vence las tinieblas del egoísmo y del odio. A san Maximiliano Kolbe se le atribuyen las siguientes palabras que habría pronunciado en el pleno furor de la persecución nazi: "El odio no es una fuerza creativa: lo es sólo el amor".»

«Quien ora no pierde nunca la esperanza, aun cuando se llegue a encontrar en situaciones difíciles e incluso humanamente desesperadas»

Conmueve recordar también estas palabras del Papa Ratzinger, que había empezado su catequesis destacando la importancia de la oración y asegurando que había rezado por las numerosísimas personas que le escribían pidiéndoselo.

«Sé bien – afirmó – que el primer servicio que puedo hacer a la Iglesia y a la humanidad es precisamente el de la oración, porque al rezar pongo confiado en las manos del Señor el ministerio que él mismo me ha encomendado, junto con el destino de toda la comunidad eclesial y civil».

Jesús presenta como motivo y norma de nuestro amor su misma persona: «Como yo os he amado», así el amor resulta de verdad cristiano, llevando en sí la novedad del cristianismo, tanto en el sentido de que debe dirigirse a todos sin distinciones, como, especialmente, en el sentido de que debe llegar hasta sus últimas consecuencias, pues no tiene otra medida que el no tener medida, había subrayado también Benedicto XVI, reflexionando sobre la «novedad», del mandamiento nuevo de Jesús (audiencia general del 9 de agosto de 2006):

«Las palabras de Jesús "como yo os he amado" nos invitan y a la vez nos inquietan; son una meta cristológica que puede parecer inalcanzable, pero al mismo tiempo son un estímulo que no nos permite contentarnos con lo que ya hemos realizado. No nos permite contentarnos con lo que somos, sino que nos impulsa a seguir caminando hacia esa meta».

(CdM – RV)








All the contents on this site are copyrighted ©.