2015-06-05 10:31:00

Sarajevo espera al Papa Francisco


Con Francisco en salida misionera, desde Sarajevo nuestra enviada especial María Fernanda Bernasconi

(RV).- El aeropuerto de Sarajevo es el mismo lugar desde el que San Juan Pablo II recordaba, en 1997, que durante los años de la guerra de hace dos décadas había sido la única puerta de entrada de las ayudas humanitarias.

En la medida en que nos encaminamos hacia el centro de esta “ciudad mártir” vamos viendo, a lo largo de las calles principales, las pancartas que anuncian la visita del Obispo de Roma, con la foto sonriente del Papa Francisco. Tampoco faltan, pero de manera discreta, las banderas cruzadas: la conocida blanca y amarilla del Estado Vaticano, y la de Bosnia y Herzegovina, adoptada por esta nación en 1998, de color azul, con un triángulo amarillo en el centro, en el que también se ven nueve estrellas blancas de cinco puntas y de dos tamaños, puesto que un par de ellas son, queridamente, más pequeñas y que representan a Europa.

“Me preparo a estar entre ustedes como un hermano mensajero de la paz, para expresar a todos mi estima y mi amistad”. – “¡A todos!”, repitió Francisco con su propia voz al definir el programa de este viaje, el octavo de su pontificado, fuera de Italia, en el video mensaje que envió el pasado 2 de junio, y en el que se dirigió a todos los habitantes de Bosnia y Herzegovina, reafirmando su deseo de anunciar a todos “la ternura y el amor de Dios”.

En vísperas del esperado encuentro, tanto de parte del Papa como de los habitantes de una nación que si bien quedó destrozada por la guerra fratricida de la década de los años noventa,  hoy sigue reconstruyéndose en busca de la unidad, el Obispo de Roma recordó el triple objetivo de su viaje apostólico. Y lo hizo con tres verbos: confirmar, sostener y animar.

“Confirmar en la fe a los fieles católicos, sostener el diálogo ecuménico e interreligioso y, sobre todo, animar la convivencia pacífica” en un país en el que en la actualidad se percibe la tolerancia. Hay mucha juventud en Sarajevo. Jóvenes que no temen demostrar su identidad en su convivencia mutua. Muchas chicas vestidas según el modo occidental, conversan serenamente con otras que prefieren llevar el velo o incluso ataviadas de modo más riguroso, por ser musulmanas.

El Santo Padre ya invitó a todos a unirse a sus oraciones, a fin de que esta visita produzca los frutos deseados, tanto para la comunidad cristiana como para la entera sociedad. El deseo del Papa es que los católicos estén junto a sus compatriotas como testigos de la fe y del amor de Dios, trabajando por una sociedad que camine hacia la paz, en la convivencia y en la colaboración recíproca. Y esta situación ya se verifica, incluso con el elevado número de matrimonios mixtos, tal como nos lo refirió una religiosa.

De ahí el lema de su viaje, “Mir vama”, que “la paz esté con ustedes” que corresponde a las palabras con las que Jesús resucitado saludó a sus discípulos en el Cenáculo y porque Él y sólo Él es “nuestra fuerza y nuestra esperanza”, el que nos da “su paz”, no sólo para que la acojamos en nuestro corazón, sino también para que la difundamos con “alegría y con amor”.

Por cierto se trata de un viaje breve, siguiendo el estilo del Papa Francisco. Once horas de actividades en una sola jornada, y de sábado (en que ofrecerá una homilía y cuatro discursos); porque, como él mismo manifestó, desea que los miles de fieles y peregrinos que con gran anticipación se organizan para visitar el Vaticano los domingos, encuentren en su casa a su pastor, el Obispo de Roma, que los acoge con alegría; comenta el Evangelio; reza con ellos, y les da buenos consejos – en un diálogo ideal con la Plaza de San Pedro y con el mundo – como sólo un buen padre de familia sabe hacer.

Ahora lo hará aquí, en Sarajevo. En esta capital de contrastes en la que también conviven, por ejemplo, su hermosa catedral con un edificio derruido, o algunas fachadas, como la del seminario, con las huellas evidentes que dejaron las ametralladoras.

Se puede afirmar que aquí la realidad del diálogo trata de superar cada día la hipótesis del fracaso.

 (Desde Sarajevo, María Fernanda Bernasconi - RV).

 








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