2015-06-04 15:47:00

Todo Dios para el hombre


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

De las imágenes que busqué por la solemnidad de la Trinidad, hay una que me hace pensar y sentir mucho. Es la que publicó María Soledad Albisu en su Facebook y que yo republique en jesuita Guillo. Hay cuatro círculos, los tres círculos de las personas de la Trinidad unidos por el círculo del medio que tiene el mundo y hombre herido o muerto, sostenido por Dios Padre, con el Hijo a sus pies y con el Espíritu en forma de paloma ardiente que desciende sobre este hombre-humanidad.

Los círculos de las 3 Personas divinas no se tocan entre sí, sino en el círculo de la humanidad. Todo Dios está vuelto completamente y ocupado en el hombre. Y el Padre y el Hijo y el Espíritu se tocan y encuentran a través de la humanidad caída, agonizante, no ya directamente. El Padre sostiene hombre herido como “buen samaritano”, abraza al hijo pródigo "que estaba muerto...", como dice el Evangelio; el Hijo sirve al hombre a sus pies, rememorando el lavatorio de la cena última, mientras el Espíritu desciende a curar al hombre del mal y a llenarlo con la fuerza de la Vida plena de Dios.

Por la Encarnación del Hijo el hombre está en el centro de Dios, "entra" en Dios, con las tres personas involucradas hasta tal punto que podríamos decir que el Padre y el Hijo y el Espíritu se aman en el hombre-Dios. La imagen representa a la humanidad herida en el corazón de Dios, con las tres Personas divinas completamente ocupadas en la persona humana. ¿Que pensás y sentís vos? Yo siento un estupor inmenso por tanto amor de Dios. Me parece tremendo y fascinante.

Dijo Francisco ese día de la Trinidad: "Este misterio abraza toda nuestra vida y todo nuestro ser cristiano. Lo recordamos, por ejemplo, cada vez que hacemos la señal de la cruz.








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