El poder del amor y la ternura de Dios se manifiesta

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Jesús que asciende al cielo con todos sus discípulos misioneros cargados en el corazón en la solemnidad de la Ascensión del Señor el próximo domingo; su Madre María de Nazaret en la fiesta de Nuestra Señora de Fátima el 13 y Matías, el discípulo misionero que reemplaza a Judas Iscariote en el grupo de los 12 apóstoles el 14, son algunas de las celebraciones de la semana litúrgica.

¿Qué une todas estas celebraciones y que podemos pedir?

Estas celebraciones están fuertemente unidas por la presencia poderosa y tierna a la vez del Espíritu divino en el evangelio que se lee en la semana. Ese Espíritu todopoderoso del que Jesús habla a sus discípulos en la intimidad de la cena última, antes de entregarse a la muerte por vos y por mí.

Ese Espíritu que une a Jesús con el Padre y que mueve a Jesús a  entregar su vida en la cruz, precisamente para derramar el mismo Espíritu sobre sus discípulos misioneros. El Espíritu de Amor santo que Jesús resucitado sopla sobre sus discípulos y les promete derramar a raudales después de su ascensión al Padre; ese Espíritu poderoso y tierno que Dios derrama en el corazón del cristiano en el bautismo, la confesión y los sacramentos.

Jesús, ayuda a los míos y a mí para que abramos el corazón de par en par al poder de tu Espíritu. Ese Espíritu que te mueve al encuentro y comunión definitiva con tu Padre Dios con la ascensión al cielo; ese Espíritu que mueve a tu Madre María de Nazaret a salir de sí misma para ir a Ain Karin a visitar primero a su prima Isabel y que ahora visita a la humanidad en sus apariciones de Fátima a los tres humildes y pequeños pastorcitos, para invitarnos a aceptar y recibir tu Espíritu de Amor, misericordia, ternura; ese  Espíritu de verdad, Amor y ternura que mueve a Matías a conocerte para amarte y seguirte hasta convertirse en apóstol tuyo y a dar el supremo testimonio de la fe con el martirio.