2015-05-09 10:50:00

Simbiosis Vital para el hombre


REFLEXIONES EN FRONTERA

Dios nos ama de modo bien concreto, tan concreto como es el mismo Jesús de Nazaret; un hombre de carne y huesos como vos y como yo. Y el amor de Dios brota a torrentes por las llagas de amor de su hijo Jesucristo. Dios nos toca, nos abraza en su hijo Jesucristo y en este Encuentro que nos cura del mal y nos llena de la fuerza de la vida plena, la condición es permanecer unidos a Jesús y entre nosotros; en comunión con Jesús, como la rama del árbol tiene que estar unida al tronco para que fluya la sabia hasta el fruto.

La imagen del gajo de la vid que no puede dar fruto cortado del tronco anticipa estas palabras de Jesús que pide: “permanezcan en mi amor”. La imagen de la Vid y los sarmientos ayuda a comprender el misterio del contacto con Dios cuyo nexo es Jesucristo, la carne herida del Hijo de Dios donde tenemos que injertarnos. Así como el injerto -que es el gajo herido que se insiere en una herida abierta en el tronco sano-, asì tiene que ser de concreto el Encuentro con Jesús, porque se trata de una simbiosis vital en la que fluye el plasma, la sabia, la linfa divina del amor de Dios en nosotros; el Espíritu de Jesús resucitado que nos une a todos en un solo cuerpo, como en un solo árbol de Vida.

¡Cuánto bien nos hace dejar que Jesús vuelva a tocar nuestra existencia y nos lance a comunicar su vida nueva!”, dice Francisco en Evangelii Gaudium 264. Y Jesús nos toca en la lectura del Evangelio y con los sacramentos de la Iglesia, que nos injertan en sus llagas, para amar a Dios y a los hermanos.








All the contents on this site are copyrighted ©.