2015-04-15 10:09:00

Cuando el hombre y la mujer colaboran juntos con el designio divino, la tierra se llena de armonía y confianza, el Papa en la Catequesis


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

La diferencia entre el hombre y la mujer “no es para competir o para dominar, sino para que se dé esa reciprocidad necesaria para la comunión y para la generación, a imagen y semejanza de Dios”, explicó el Obispo de Roma, en la Catequesis del miércoles 15 de abril, dedicada a la diferencia y a la complementariedad entre el hombre y la mujer.

“El libro del Génesis insiste en que ambos son imagen y semejanza de Dios. No sólo el hombre, no sólo la mujer, sino también la pareja” recordó Francisco ante miles de fieles y peregrinos de Roma y del mundo presentes en la plaza del santuario de san Pedro.

“En esta complementariedad está basada la unión matrimonial y familiar para toda la vida, sostenida por la gracia de Dios. El ser humano está hecho para la escucha y la ayuda mutua” afirmó.

El Sucesor de Pedro indicó dos puntos que nos comprometen con urgencia para superar las dificultades de esta unión: “Tenemos que hacer mucho más en favor de la mujer. No sólo para que sea más reconocida, sino para que su voz tenga un peso real, una autoridad efectiva en la sociedad y en la Iglesia”. En el segundo aspecto se preguntó “si la crisis de fe en el Padre no estará también relacionada con la crisis de la alianza entre el hombre y la mujer”. Finalmente invitó a “redescubrir la belleza del diseño creador de Dios, que imprime también su imagen en el vínculo del hombre y la mujer”.

Sintesis de la catequesis pronunciada por el Papa en español

Queridos hermanos y hermanas:

La catequesis de hoy está dedicada a la diferencia y a la complementariedad entre el hombre y la mujer. El libro del Génesis insiste en que ambos son imagen y semejanza de Dios. No sólo el hombre por su parte, no sólo la mujer por su parte, sino también la pareja. La diferencia entre ellos no es para competir o para dominar, sino para que se dé esa reciprocidad necesaria para la comunión y para la generación, a imagen y semejanza de Dios. En esta complementariedad está basada la unión matrimonial y familiar para toda la vida, sostenida por la gracia de Dios. El ser humano está hecho para la escucha y la ayuda mutua.

Para superar las dificultades de esta unión, me gustaría indicar dos puntos que nos comprometen con urgencia: Tenemos que hacer mucho más en favor de la mujer, primer punto. No sólo para que sea más reconocida, sino para que su voz tenga un peso real, una autoridad efectiva en la sociedad y en la Iglesia. Segundo punto, me pregunto si la crisis de fe en el Padre (Dios) no estará también relacionada con la crisis de la alianza entre el hombre y la mujer. De aquí nace la responsabilidad de la Iglesia y de todos los creyentes de redescubrir la belleza del diseño creador de Dios, que imprime también su imagen en el vínculo del hombre y la mujer.

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Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España, México, Argentina, Ecuador y otros países latinoamericanos. Queridos hermanos y hermanas, cuando el hombre y la mujer juntos colaboran con el designio divino, la tierra se llena de armonía y confianza. Que Dios les bendiga. Muchas gracias.








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