2015-03-10 14:09:00

Cuaresma, camino para combatir la indiferencia y el egoísmo


Los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) han enviado un mensaje a la comunidad nacional, con motivo de la Cuaresma, en el que lamentan entre otras cosas, la crisis provocada por la violencia política y la falta de justicia que reina en el país.

Olvidar el bien común es un pecado grave

“Es preocupante la indiferencia en que gran parte de nuestra sociedad ha caído frente a los graves problemas sociales y políticos del país” afirman los obispos en su mensaje, con fecha 8 de marzo, recibido en la Agencia Fides y enviado a todas las diócesis. “Se ha generalizado un modo de hacer política - observan - en el que parece contar poco la cercanía al pueblo, el interés por resolver sus problemas reales y tomar en cuenta sus expectativas y opiniones”. “Es grave también que la práctica política del país siga dominada por el olvido del bien común, la ambición, el autoritarismo, la ilegalidad y sobre todo por la corrupción, un gravísimo pecado, que al final lo pagan los pobres" se lee en el mensaje. 

No a la violencia criminal

Del mismo modo los obispos nicaragüenses deploran la poca sensibilidad de quienes gobiernan y de la sociedad en general ante la protesta y el dolor de ancianos, obreros, mujeres, jóvenes y campesinos: “Nos estamos acostumbrando - dicen - a actos de represión y de violencia criminal con claros matices de terrorismo, que han enlutado y puesto en zozobra a muchas familias y comunidades de zonas rurales”.

El mensaje dedica un capítulo a los grandes proyectos nacionales, que “deben estar puestos al servicio de la persona humana”. “El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y políticos que sientan fuertemente en su conciencia el llamado al bien común” recuerdan los prelados. "Requiere sobre todo poner a la persona humana en el centro de todo".

En la conclusión, la Conferencia Episcopal de Nicaragua invita a vivir la Cuaresma como un camino de liberación interior “para ser capaces de superar juntos la tentación de la indiferencia y del egoísmo ante el dolor ajeno, orando incesantemente, personal y comunitariamente, para comprometernos a vivir según el Evangelio con la fuerza de la fe”.

 

 

(MCM-RV)








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