(RV).- «El Papa Francisco ha regalado a la Iglesia la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, donde nos ofrece preciosas indicaciones para la tarea pastoral de la Iglesia en los años venideros», escriben los Obispos de la Subcomisión para la Familia y Defensa de la Vida con motivo de la Jornada de la Sagrada Familia, en un mensaje titulado «La alegría del Evangelio de la familia». Los prelados españoles añaden que el Obispo de Roma señala también en su Exhortación Apostólica que «la familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los vínculos se vuelve especialmente grave porque se trata de la célula básica de la sociedad, el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros, y donde los padres transmiten la fe a sus hijos».
A partir de esta afirmación del Papa - ¿cómo evangelizar y cómo anunciar el evangelio de la familia donde reina una concepción antropológica que conforma la cultura dominante y que transforman la concepción y el sentido del amor, de la sexualidad y de la corporeidad? - se preguntan los Obispos españoles, para luego destacar que «el Evangelio anuncia la buena noticia de que es posible conocer el amor verdadero, un amor que se muestra como vocación, como camino hacia una plenitud, que colma el corazón humano y lo hace libre y feliz».
Ante la Jornada de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, que se celebra el 28 de diciembre, el mensaje de los Obispos españoles hace hincapié en la «vocación al amor, centro del Evangelio de la Familia» y en «la alegría del Evangelio de la Familia».
«Nadie en la comunidad eclesial puede desentenderse de esta misión. Todos hemos recibido una vocación al amor. Todos estamos llamados a ser testigos de un amor nuevo, de una gran alegría, que será el fermento de una cultura renovada, que pasa por la defensa del amor y de la vida como bienes básicos y comunes a la humanidad», escriben los mismos obispos de España, invitando a que «en esta fiesta de la Sagrada Familia pidamos la gracia de experimentar la alegría del Evangelio de la familia y ser testigos de esta alegría en los hogares, en la Iglesia y en el conjunto de la sociedad, de modo particular allí donde las diversas pobrezas materiales, sociales o espirituales precisan de un anuncio convincente de esperanza y salvación»
«Dios se ha servido del amor esponsal para revelar su amor. La transformación del amor humano en el amor de Dios no es algo circunstancial. Es tan permanente y exclusivo como la unión de Cristo con la Iglesia. Cristo, «por medio del sacramento del matrimonio (…) permanece con ellos (los esposos), para que (…), con su mutua entrega, se amen con perpetua fidelidad, como Él mismo ha amado a su Iglesia y se entregó por ella», reitera el documento de los prelados de España, que añade: por tanto, «la vocación al amor es la que nos ha señalado el camino por el que Dios revela al hombre su plan de salvación. Es en la conjunción original de los distintos amores en la familia —amor conyugal, paterno filial, fraternal, de abuelos y nietos, etc.— como la vocación al amor encuentra el cauce humano de manifestarse y desarrollarse conformando la auténtica identidad del hombre, hijo o hija, esposo o esposa, padre o madre, hermano o hermana».
Tras recordar asimismo que la verdad del Evangelio sobre el amor humano y la bondad y belleza de toda vida humana se convierte en fuente de alegría permanente, los Obispos españoles recuerdan las Palabras de Benedicto XVI: «el mismo «Cristo necesita familias para recordar al mundo la dignidad del amor humano y la belleza de la vida familiar».
Sin olvidar que la misión de los padres es insustituible en la transmisión de la vida y de la fe, y la responsabilidad de las instituciones públicas de favorecer las condiciones mínimas para poder llevar a cabo la tarea de la familia dotando de la tutela, ayuda y protección necesarias para la estabilidad y seguridad de las familias, el mensaje vuelve a señalar que esa alegría de la vida en familia forma parte de la naturaleza misma del ser humano, debido a su inherente vocación al amor y a la felicidad. (CdM – RV)
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