2014-11-08 18:36:00

La gracia de creer y también de sufrir por el Señor, el Papa a los jesuitas


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Luego de la supresión de la Compañía de Jesús por parte del Papa Clemente XIV en 1773, la Orden religiosa fue reconstituida por Pío VII en 1814. Por los 200 años de la bula “Sollicitudo omnium ecclesiarum”, el padre Adolfo Nicolás SJ, superior de la Compañía de Jesús envió una carta en la que pide a todos los jesuitas que durante 2014 se haga el estudio histórico, oración personal y comunitaria, en reflexión y  discernimiento, “con el fin de proceder en el futuro”.

La Pontificia Universidad Gregoriana de Roma organizó del 6 al 8 de noviembre el Congreso sobre ‘La Compañía de Jesús desde la supresión (1773) a la restauración (1814)’ al que asistieron más de 100 participantes procedentes de numerosos países, entre ellos, España, Argentina, México, Italia, Brasil, Alemania, Francia, Inglaterra, Suiza y Bélgica.

En el aniversario de la aprobación de la Compañía en 1540, el 27 de septiembre de 2014 en la Iglesia del Gesù, en Roma, Papa Francisco presidió la oración con ocasión del bicentenario de la Reconstitución de la Compañía de Jesús.

El Obispo de Roma invitó a los jesuitas a recordar “nuestra historia”: a la Compañía ‘se le dio la gracia no sólo de creer en el Señor, sino también sufrir por Él’. “La nave de la Compañía fue zarandeada por las olas y ello no debe sorprender. También la barca de Pedro lo puede ser hoy. La noche y el poder de las tinieblas están siempre cerca”, advirtió el Papa.

Reflexionando en lo fatigoso que puede ser remar, el Papa jesuita señaló que los jesuitas deben ser "expertos y valerosos remeros": ¡remen entonces! ¡Remen, sean fuertes, incluso con el viento en contra! ¡Rememos al servicio de la Iglesia! “Rememos juntos”, fue la clara invitación de Francisco. “Pero mientras remamos  - también el Papa rema en la barca de Pedro -  debemos orar tanto: ‘¡Señor, sálvanos!’, ‘¡Señor salva a tu pueblo!’. “El Señor, observó,  aun si somos hombres de poca fe nos salvará”.

Más adelante en su homilía el Sucesor en la Cátedra de Pedro precisó a los jesuitas que sólo el discernimiento salva del verdadero desarraigo, de la verdadera "supresión" del corazón, que es el egoísmo, la mundanidad, la pérdida del horizonte, de la esperanza, que es sólo Jesús.

 








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