2014-11-03 17:35:00

Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor, en el país de la vida


REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

La antífona del salmo 130 del lunes de la semana 31 de la liturgia, continúa la imagen del descanso en Dios; proclama esa fe que nos consuela tanto a los que sufrimos la separación de nuestros seres queridos, en la conmemoración de Todos los fieles Difuntos: “Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor”.

Pero durante la semana, continúa esta imagen de la peregrinación hacia el Amor de Dios todopoderoso y eterno: “Ante Dios se postraran las cenizas de la tumba”, afirma el salmo 21 el martes 4, alabando al Señor por el Pueblo que va a nacer. Cómo no relacionar este Pueblo nuevo con la multitud de los santos en el cielo.

El Salmo 26: “El Señor es mi luz y mi salvación ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?”, nos anima a vencer los miedos en el combate espiritual de la vida. Un combate en el que tenemos un solo objetivo, como dice el mismo salmo: “Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor”.

El jueves, con el salmo 104, buscamos el Rostro del Señor, recurriendo al Señor y a su poder. “Qué alegría cuando me dijeron: ¡Vamos a la casa del Señor” recita el salmo 121 del viernes, invitando a la peregrinación entre cantos de júbilo y alabanza en el bullicio de la fiesta.

Todavía el viernes escuchamos a Pablo de Tarso en su carta a los Filipenses: “Somos ciudadanos del cielo. Aguardamos un Salvador; él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso con esa energía que posee para someterlo todo”.

Señor Jesús, que aquellos que ya nos antecedieron, nos ayuden desde el cielo a todos los que seguimos peregrinando y sufriendo la ausencia de los seres queridos. Ayúdanos a buscar en Ti el consuelo a nuestras penas y la fuerza para luchar el combate espiritual en la peregrinación a la Casa Señor en el país de la Vida.

 

 

 








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