2014-10-18 11:07:00

Pablo VI: ¡Hijos amados de América Latina y América toda!


(RV).- Pablo VI realizó 9 Viajes Apostólicos internacionales, inaugurando como se sabe los viajes pontificios de la era moderna, con su histórica peregrinación a Tierra Santa. El Card. Jacques Martin afirmó que un día escuchó decir al Papa Montini: «ya verán cuántos viajes hará mi sucesor», porque estaba convencido de que las visitas pastorales a lo largo del mundo formaban parte de las tareas del Papa. (Homilía del Card. Giovanni Battista Re, Misa en sufragio del Papa Pablo VI, 6 de agosto de 2008).

El VI Viaje Apostólico internacional del Pontificado de Pablo VI fue a Bogotá, para inaugurar la II Asamblea General de los Obispos de América Latina (22-24 de agosto de 1968). En las primeras palabras del primer Pontífice en el continente americano,  su profunda emoción, invocando al «Príncipe de la Paz para el mundo que tanto la necesita», anhelando que «el desarrollo técnico y el cultivo racional de tantas riquezas como el Señor puso en vuestros suelos, alcance equitativamente a todas las familias y categorías, en conformidad con los principios de justicia y de caridad cristianas»:

«Esta peregrinación religiosa que consideramos parte de Nuestro ministerio universal y con la cual deseamos reiterar, en forma inequívoca, nuestra fe, la fe de toda la catolicidad, en la Eucaristía sacrificio y sacramento a la vez que orar ante el Príncipe de la Paz por el mundo tan necesitado de ella.

Un gozo íntimo y una trepidante conmoción invaden Nuestro ánimo al ver que la Providencia Nos ha reservado el privilegio de ser el primer Papa que llega a esta nobilísima tierra, a este cristiano Continente, donde un día arcano —predestinado en los designios salvíficos de Dios— comenzó a añadirse la altura de la Cruz sobre las cimas andinas y, en los viejos caminos de los chibchas y de los mayas, de los incas, aztecas y tupis-guaraníes, empezó a dibujarse la silueta de Cristo.

¡Pueblos de América Latina! mecidos en idénticos mares; cuyos ríos y cordilleras entrelazan comunidades de gentes honradas, pacientes, trabajadoras e hidalgas; cuyas fisonomías peculiares tienen el rasgo común de la fe en Cristo que ha vivificado siglos de historia y suscitado innumerables iniciativas promotoras de vuestra cultura y de vuestro bienestar. Pueblos de América! A todos y cada uno va, desde el suelo de la hospitalaria Colombia, Nuestro saludo, Nuestro afecto, Nuestra plegaria. Y Nuestro corazón se dilata para agradecer a Dios el don inmenso de vuestras creencias católicas y para implorar de El que el dinamismo de vuestra fe, tradicional y renovada, despierte cada vez más el sentido de fraternidad y de colaboración armoniosa en orden a una constante convivencia pacífica, e impulse y consolide los esfuerzos por un progreso ordenado que, con el desarrollo técnico y el cultivo racional de tantas riquezas como el Señor puso en vuestros suelos, alcance equitativamente a todas las familias y categorías, en conformidad con los principios de justicia y de caridad cristianas.

¡Hijos amadísimos de Colombia y de América toda! En la dulce espera de poner sobre el Altar de Congreso las intenciones, necesidades y ansias de cada uno, Nuestras manos se alzan para bendeciros con el anhelo ardiente de que los rasgos de Nuestra cruz alcancen, como testimonio de afecto y prenda de dones divinos, el mundo entero.

(CdM – RV)








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