Escuchar más a los laicos. Novena Congregación general
(RV).-Este viernes por la mañana, durante la Novena Congregación general hubo 15 intervenciones
(6 de parejas y 9 de auditores), casi todos laicos comprometidos en los ámbitos de
la pastoral familiar, la bioética y la ecología humana. Procedentes de diferentes
países y en representación de casi todos los continentes los auditores llevaron al
Aula su testimonio vivo, de apostolado familiar en la vida cotidiana. En primer lugar,
se recordaron las dificultades que viven las familias de Oriente Medio, en particular
de Irak. Los numerosos conflictos repercuten gravemente en la familia, disgregada
por la muerte de sus miembros, obligada a emigrar en busca de un lugar seguro para
vivir, privada de futuro para los jóvenes -substraídos a la escolarización- mientras
los ancianos se ven abandonados a sí mismos.
La unidad de la familia cristiana
en Oriente Medio está profundamente sacudida y este hecho afecta también a la cohesión
social y nacional de los países de la región. Ante estos escenarios dramáticos la
Iglesia representa un refugio seguro, una "familia de familias" que ofrece consuelo
y esperanza. Y también es necesario preparar a las parejas casadas a ser "mediadoras"
de paz y reconciliación. Otro punto destacado por los auditores fue la necesidad
de que la Iglesia escuchase más a los laicos a la hora de buscar soluciones a los
problemas de las familias, en particular en lo que respecta a la esfera de la intimidad
de la vida matrimonial. Por esta razón, se hizo hincapié en la importancia de la sinergia
entre el mundo académico y el mundo pastoral, para no formar “técnicos", sino agentes
pastorales que conozcan y sepan promover los temas de la familia y de la vida, a través
de una sólida "visión antropológica católica del mundo". Además, los auditores subrayaron
la necesidad de un mayor diálogo entre la Iglesia y el Estado, también a través del
compromiso de fieles laicos que, lejos de ambiciones personales, sean capaces de promover
la protección de los derechos de la familia y la defensa de la vida, trabajando en
pro de un Estado de rostro humano. Los laicos deben ser activos y competentes en la
defensa pública de los valores de la vida y la familia.
A continuación las
intervenciones se centraron en la necesidad de formar de modo adecuado y permanente
a los sacerdotes en los temas de la familia, en particular, la apertura a la vida,
para que puedan explicar y hablar con naturalidad y claridad del amor conyugal. También
porque se observó que si la planificación familiar natural se explica en detalle,
destacando el valor positivo, se fortalece la vida de la pareja. En este contexto,
se recordó que las homilías, bien preparadas, fomentan la participación de los fieles
en la celebración de la Misa. También se reflexionó en el Aula sobre la importancia
del testimonio. Los jóvenes no necesitan tanta teoría pero entienden muy bien la centralidad
de la familia cuando la demuestran sus miembros, testigos creíbles y sujetos de evangelización.
Para ello, se insistió en acompañar a las parejas con una pastoral adecuada,
incluso después del matrimonio y no sólo antes. Los auditores dieron voz al sufrimiento
de los que pierden a un familiar, como las personas viudas, los huérfanos o los padres
a quienes muere un hijo. Para todos ellos es fundamental el acompañamiento de la Iglesia
y de los grupos de escucha y ayuda , para que no se sientan desarmados frente a la
profunda angustia de la pérdida, al temor de un "desierto" de los afectos, sino que
permanezcan firmes en la fe. Más tarde se habló de la importancia de una "ecología
humana", que ayude a contrarrestar los efectos negativos de la globalización económica,
a menudo portadora de modelos contrarios a la doctrina católica.
Hubo también
una fuerte condena de todas las formas de violencia doméstica, en particular contra
las mujeres, señalando que a menudo es perpetrada por los jóvenes. Por último, se
hizo hincapié en la necesidad de la comunicación dentro de la familia, porque la compartición
entre los cónyuges, así como también en la educación de los hijos y sobre todo la
oración en el hogar, contribuyen a fortalecer el núcleo familiar.