El examen de conciencia es una práctica antigua, pero muy buena
(RV).- (Con audio. Actualizado con video) Para no hacer entrar
el mal en nuestro corazón hay una práctica antigua, pero muy buena, el examen de conciencia.
Lo recordó el Papa Francisco en su homilía de la misa matutina celebrada en la capilla
de la Casa de Santa Marta.
Partiendo del Evangelio del día, en que se nos
dice que el diablo jamás deja de tentarnos, porque como afirmó el Santo Padre “tiene
paciencia”, y no deja lo que quiere para sí, “nuestra alma”, el Papa afirmó:
“Después
de las tentaciones, en el desierto, cuando Jesús fue tentado por el diablo, en la
versión de Lucas se dice que el demonio lo dejó por un tiempo, pero durante la vida
de Jesús volvía y volvía: cuando lo ponían a prueba, cuando le tendían trampas, en
la Pasión, hasta en la Cruz. ‘Pero si Tú eres el Hijo de Dios, ven, ven con nosotros,
así nosotros podemos creer’. Y todos nosotros sabemos que esta palabra toca el corazón:
‘¿Pero tú eres capaz? ¡Házmelo ver! No, no eres capaz’. Como el diablo hizo hasta
el final con Jesús. Y así con nosotros”.
Es necesario custodiar nuestro
corazón donde habita el Espírito Santo – subrayó Francisco – “para que no entren los
demás espíritus”. “Custodiar el corazón, como se custodia una casa, con llave”. Y
después, vigilar sobre el corazón, como un centinela: “Cuántas veces – observó el
Papa – entran los malos pensamientos, las malas intenciones, los celos, las envidias.
Tantas cosas, que entran. ¿Pero quién ha abierto aquella puerta? ¿Por dónde han entrado?
Si yo no me doy cuenta” de cuanto “entra en mi corazón, mi corazón se convierte en
una plaza, donde todos van y vienen. Un corazón sin intimidad, un corazón donde el
Señor no puede hablar y ni siquiera ser escuchado”.
“Y Jesús dice otra cosa
allí – ¿no? – que pareceun poco extraña: ‘Quien no recoge conmigo,
desparrama. Usa la palabra ‘recoger’. Tener un corazón recogido, un corazón sobre
el cual nosotros sabemos qué cosa sucede, y aquí y allá se puede hacer la práctica
tan antigua de la Iglesia, pero buena: el examen de conciencia. ¿Quién de nosotros,
a la noche, antes de terminar la jornada, permanece solo, sola, y se hace la pregunta:
qué cosa ha sucedido hoy en mi corazón? ¿Qué cosa ha sucedido? ¿Qué cosas han pasado
a través de mi corazón? Si no lo hacemos, verdaderamente no sabemos vigilar bien ni
custodiar bien”.
El examen de conciencia “es una gracia, porque custodiar
nuestro corazón es custodiar el Espírito Santo, que está dentro de nosotros”:
“Nosotros
sabemos, Jesús habla claramente, que los diablos vuelven, siempre. También al final
de la vida, Él – Jesús – nos da el ejemplo de esto. Y para custodiar, para vigilar,
para que no entren los demonios, es necesario saber recogerse, es decir, entrar en
silencio ante sí mismos y ante Dios, y al final de la jornada preguntarse: ‘¿Qué
cosa ha sucedido hoy en mi corazón? ¿Ha entrado alguien que no conozco? ¿La llave
está en su lugar?’. Y esto nos ayudará a defendernos de tantas maldades, incluso de
las que nosotros podemos hacer, si entran estos demonios, que son muy astutos, y al
final nos estafan a todos”.