“Salir con valentía hacia la humanidad herida”, el Papa al Movimiento de los Focolares
(RV).- (Con audio. Actualizado con Video) El Santo Padre recibió
este viernes en la Sala Clementina a los participantes de la Asamblea general del
Movimiento de los Focolares. En su discurso, después de saludar a quienes forman la
Asamblea General de la Obra de María, dirigió un saludo especial a la presidente María
Voce, reconfirmada en su cargo por otros seis años.
El Movimiento de los Focolares
– dijo – nació en el seno de la Iglesia Católica de una pequeña semilla, que con los
años ha dado lugar a un árbol que ahora extiende sus ramas en todas las expresiones
de familia cristiana, también entre miembros de diferentes religiones y entre los
muchos que cultivan la justicia y la solidaridad junto a la búsqueda de la verdad.
Esta obra - expresó el Santo Padre - ha nacido de un don del Espíritu Santo - el
carisma de la unidad - que el Padre quiere donar a la Iglesia y al mundo para contribuir
a realizar con incisión y profecía la oración de Jesús: “Que todos sean uno” (Jn 17,21).
“A cincuenta años del Concilio Vaticano II, la Iglesia está llamada a recorrer
una nueva etapa de la evangelización, testimoniando el amor de Dios por toda persona
humana, comenzando por los más pobres y excluidos, y para hacer crecer con la esperanza,
la fraternidad y la alegría el camino de la humanidad hacia la unidad”.
El
Sucesor de Pedro manifestó que el Movimiento de los Focolares se encuentra hoy ante
la misma tarea que tiene toda la Iglesia: ofrecer, con responsabilidad y creatividad,
su peculiar contribución a esta nueva estación de la evangelización. Y en ese contexto
entregó tres palabras: contemplar, salir, hacer escuela:
“En primer lugar,
contemplar. Hoy más que nunca tenemos que contemplar a Dios y las maravillas de su
amor, permanecer en Dios, que en Jesús vino a habitar entre nosotros (cf. Jn 1,14)”.
Contemplar, dijo el Papa, también significa vivir en compañía con los hermanos
y hermanas, para partir con ellos el pan de la comunión y de la fraternidad, cruzar
juntos la puerta (cf. Jn 10,9), que nos introduce en el seno del Padre (cf. Jn 1,18),
porque “la contemplación que deja fuera a los demás es un engaño”(Exghortación Ap.
Evangelii Gaudium, 281).
La segunda palabra es “salir”. Salir como Jesús
salió del seno del Padre para proclamar la palabra del amor a todos, hasta donar a
sí mismo en el leño de la cruz. “Debemos aprender de Él - dijo el Pontífice - esta
dinámica del Éxodo y del don, de salir de sí mismo, caminar y sembrar, una y otra
vez, siempre más allá (Exhortación Ap. Evangelii Gaudium, 222), para comunicar a todos
amor generoso de Dios, con respeto y como el Evangelio nos enseña: ‘Gratuitamente
han recibido, gratuitamente deben dar’(Mt 10,8)”.Este sentido de gratuidad, porque
la Redención fue hecha en gratuidad. El perdón de los pecados no se puede pagar. Lo
ha pagado Cristo una vez ¡para todos! La gratuidad de la Redención debemos hacerla
nosotros con los hermanos y las hermanas. Este dar con gratuidad, gratuitamente, aquello
que hemos recibido. Y la gratuidad va junto con la creatividad: van juntas. Para
ello, explicó el Santo Padre, es necesario convertirse en expertos en el arte del
diálogo. No contentarse con cosas intermedias, sino más bien, con la ayuda de Dios,
apuntar alto y ensanchar nuestra visión. Es necesario “salir con coraje” hacia donde
están los “gemidos de nuestros hermanos”, las “llagas de la sociedad” y los interrogativos
de la cultura de nuestro tiempo”: “Duele el corazón cuando, ante una iglesia,
una humanidad – pero también una Iglesia – tan herida, con tantas heridas, heridas
morales, heridas existenciales, heridas de guerra también que todos los días… Da dolor
ver cuando los cristianos comienzan a hacer bizantinismos filosóficos, teológicos,
espirituales” “¡Debemos salir! Porque – lo dije otras veces – la Iglesia parece un
hospital de campo. Y cuando se va a un hospital de campo, el primer trabajo es curar
las heridas, no medir del colesterol…eso llegará después…Está claro?”
El
tercer concepto entregado por Francisco fue: “hacer escuela”. “Es necesario
formar como lo exige el Evangelio, nuevos hombres y mujeres y, en este sentido, una
escuela de humanidad sobre la medida de la humanidad de Jesús. Él es, de hecho, el
hombre nuevo, al cual en todo tiempo los jóvenes pueden mirar, de quien pueden enamorarse,
en cuyo camino pueden seguir para hacer frente a los desafíos que enfrentan. Sin un
trabajo adecuado de formación de las nuevas generaciones, es una ilusión pensar que
se puede hacer un proyecto serio y duradero al servicio de una nueva humanidad”.
Finalmente
con el augurio que la Asamblea de frutos abundantes, agradeció su compromiso y deseó
que María, nuestra Madre, los ayude a caminar siempre con confianza, coraje y perseverancia
en comunión con toda la Iglesia en los senderos de luz y de vida trazados por el
Espíritu Santo.