Jesús instruye a sus discípulos en medio de la muchedumbre que quiere tocarlo porque
sale de él una fuerza sanadora
LITURGIA DE LA SEMANA, jesuita Guillermo Ortiz de RADIO VATICANA (Audio)
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La imagen
de Jesús al centro de la comunidad, presente cuando dos o más ruegan al Padre en su
nombre; junto al pedido de Jesús mismo a la comunidad de corregir con caridad al equivocado,
preside la oración de esta semana.
El día 9, vemos al mismo Jesús –también
en el evangelio del día- amasando en la oración la decisión del llamado a los doce.
Los
días siguientes, continuando la lectura del capítulo 6 de Marcos, contemplamos a Jesús
rodeado de un gran número de discípulos y de una gran multitud de pueblo de todas
partes, que viene para escucharlo. Todos quieren tocarlo porque sale de él una fuerza
sanadora.
Mientras tanto Jesús dice: “Felices los pobres… los hambrientos…
los que lloran…”. Pobres, hambrientos y llorantes tenemos siempre cerca y hasta podemos
verlos si abrimos los ojos y dejamos de mirarnos el ombligo. Pero después Jesús de
Nazaret dice otra cosa más específica del discípulo y que hoy, está pasando de modo
cruel en la región del autoproclamado estado islámico, donde los cristianos son expulsados
o asesinados: “Felices cuando los odien y los destierren y los insulten y denigren
a causa de mí, porque su premio en el cielo es abundante…”.
“Pero ay de ustedes
los ricos… los que ahora están satisfechos… los que ahora ríen… Ay de ustedes si todos
hablan bien… Amen a sus enemigos, traten bien a los que los odian, bendigan a los
que los maldicen, recen por los que los injurian… Sean compasivos… no juzguen… perdonen…
den. El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro interior y el hombre malo saca
lo malo que tiene dentro. De lo que está lleno el corazón habla la boca. ¿Por qué
dicen “¡Señor, Señor!” si no hacen lo que les digo?”.
La fiesta del jesuita
san Pedro Claver “esclavo de los esclavos negros” el 9 y la fiesta de la exaltación
de la cruz el 14 ayudan en la decisión de responder al llamado de Jesús, de salir
al que sufre y tocar las llagas de Jesús en la carne del hermano herido.
Roguemos
la intercesión de la Virgen Madre de Jesús de Nazaret, en la fiesta de su nacimiento
el 8 de setiembre y de su santísimo nombre el 12.
Santos y santas de Dios,
rueguen por nosotros. Rueguen para que nuestras comunidades tengan la audacia de la
comunión fraterna. Que aprendamos el arte de la corrección fraterna hecha con discreción,
que experimentemos la alegría del perdón pedido con humildad y ofrecido con generosidad,
que creamos en el poder de la oración unánime. Que en nuestro amor fraterno brille
siempre la presencia de Jesús en medio nuestro, para ser testigos del Evangelio de
Jesús en toda su radicalidad, incluso hasta la cruz.