(RV).- (Audio) En Argentina -país
de Papa Francisco-, María de Nazaret se venera en varias advocaciones. Una de las
más antiguas -desde 1616- es Nuestra Señora de Itatí, que tiene su santuario a 70
kilómetros de la Ciudad de Corrientes. Los peregrinos llegan de todas partes para
agradecer y rogar tantos milagros por la intercesión de la Madre por sus hijos ante
el Dios altísimo. La gente humilde agradece y pide las cosas esenciales como la salud,
el pan, el trabajo, una casa, el amor y la unidad de la familia. Uno de los milagros
más notables de esta advocación ocurrió en 1748: Un gran malón se lanzó para saquear
y destruir el poblado, pero cuando los indios llegaron a las puertas de Itatí, se
abrió ante ellos una ancha y profunda zanja que les impedía el paso. Se retiraron
despavoridos ante semejante protección y los habitantes del pueblo acudieron a la
capilla para agradecer a su Patrona.
“Itatí” significa en lengua guaraní: “punta
de piedra”. Según la tradición, la imagen fue encontrada sobre una piedra en el curso
del río Paraná. Los religiosos franciscanos, que estaban desde 1528, la trasladaron
a la capilla de la nueva población que pasó a llamarse: "Pueblo de Indios de la Pura
y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí".
En esta representación de
la Madre de Dios de un metro con veintiséis centímetros de altura, tallada en madera
de timbó con el rostro de nogal, la Virgen se ve con las manos juntas a la altura
del pecho rezando por aquellos que Jesús en la cruz le dio como hijos. El azul y blanco
de su manto, con el dorado de la corana y los bordes del vestido, son los colores
de la bandera argentina.
Dice Papa Francisco: “María nos ha abierto, nos ha
hecho entrar en su casa, en su santuario y nos muestra a su Hijo. Ahora ella nos pide:
«Hagan todo lo que él les diga» (Jn 2,5). Sí, Madre, nos comprometemos a hacer lo
que Jesús nos diga. Y lo haremos con esperanza, confiados en las sorpresas de Dios
y llenos de alegría”.