"La alegría de ser sacerdote y la belleza de la fraternidad", el Papa con los religiosos
de Cassano all'Jonio
(RV).- (actualizado con texto y audio) Al mediodía el Papa
continuando con su agenda de este viaje pastoral a Calabria, mantuvo un encuentro
con sacerdotes en la catedral de Cassano. El discurso del Papa se centró, como él
mismo subrayó en dos puntos: La alegría de ser sacerdotes y la belleza de la fraternidad.
Resaltó la alegría de haber sido llamado por el Señor para llevar su Palabra y su
Perdón. Enfatizó que no es fácil mantenerse delante del Señor por todos los factores
que nos atan, por eso insistió en lo bueno que es la oración, el silencio y el reflexionar
sobre si como sacerdotes se hace bien el trabajo. El Papa insiste a los sacerdotes
que deben ser canales abiertos, generosos. El obispos de Roma destacando la belleza
de la fraternidad, insistió en el hecho de “ser sacerdotes juntos, de seguir al Señor
no solos, no uno a uno, pero juntos, a pesar de la gran variedad de los dones y de
las personalidades”, es más, insistió “ justamente esto enriquece el presbiterio,
esta variedad de orígenes, de edades, de talentos... Es todo vivido en la comunión,
en la fraternidad”. El Papa reconoció que no es fácil esto ni siquiera inmediato,
porque a veces los sacerdotes también se dejan llevar por la cultura del ‘yo’, del
individualismo pastoral. La solución que da el Papa ante esto es “la elección”. “La
comunión, dijo el Papa, pide ser vivida buscando formas concretas adaptadas a los
tiempos y a la realidad del territorio, pero siempre en perspectiva apostólica, con
estilo misionero, con fraternidad y la sencillez de vida”. Finalmente el Papa animó
a los sacerdotes a seguir con su trabajo “con las familias y para las familias”. “Un
trabajo difícil , dijo que Jesús nos pide en un modo particular de este tiempo, momento
difícil sea para la familia como para la institución, sea para las familias, debido
a la crisis”. (MZ-RV)
Palabras del Santo Padre: Queridos sacerdotes, ¡Les
agradezco su acogida! Deseaba mucho tener este encuentro con ustedes que soportan
la carga diaria de trabajo parroquial. En primer lugar me gustaría compartir
con ustedes la alegría de ser sacerdotes. La sorpresa siempre nueva de haber sido
llamado, de hecho, de ser llamado por el Señor Jesús. Llamado a seguirlo, a estar
con Él, para llegar a los demás llevándole a Él, su palabra, su perdón... No hay nada
más hermoso para un hombre que esto, ¿no es así? Cuando nosotros sacerdotes estamos
delante del tabernáculo, y nos detenemos un momento allí, en silencio, entonces escuchamos
la mirada de Jesús de nuevo sobre nosotros, y esta mirada nos renueva, nos reanima... Claro,
a veces no es fácil mantenerse delante del Señor; No es fácil porque estamos atados
de tantas cosas, de tanta gente... pero a veces no es fácil porque sentimos una cierta
inquietud, la mirada de Jesús nos inquieta un poco, también nos pone en crisis ...
¡Pero esto nos hace bien! En el silencio de la oración, Jesús nos hace ver si estamos
trabajando como buenos trabajadores, o si tal vez nos hemos vuelto un poco "empleados,
funcionarios"; o si somos "canales" abiertos, generosos a través los cuales fluye
abundante su amor, su gracia, o si por el contrario nos ponemos en el centro nosotros
mismos, y así en lugar de ser "canales", nos convertimos en "pantallas" que no ayudan
a la reunión con Señor, con la luz y el poder del Evangelio. Y la segunda
cosa que quiero compartir con ustedes es la belleza de la fraternidad: del ser sacerdotes
juntos, de seguir al Señor no solos, no uno a uno, pero juntos, a pesar de la gran
variedad de los dones y de las personalidades; de hecho, justamente esto enriquece
el presbiterio, esta variedad de orígenes, de edades, de talentos ... Es todo vivido
en la comunión, en la fraternidad. Incluso esto no es fácil, no es inmediato
y evidente. En primer lugar porque también nosotros sacerdotes, estamos inmersos
en la cultura subjetivista de hoy, esta cultura que exalta el ‘yo’ hasta idolatrarlo.
Y luego, a causa de un cierto individualismo pastoral que por desgracia está muy extendido
en nuestras diócesis. Por esto tenemos que reaccionar a esto con la elección de la
fraternidad. Intencionalmente hablo de "elección". No puede ser sólo una cosa dejada
por casualidad, a las circunstancias favorables ... No, es una elección que se corresponde
a la realidad que nos constituye, al don que hemos recibido, pero que siempre es bien
recibido y cultivado: la comunión en Cristo en el santuario, en torno al Obispo. Esta
comunión pide ser vivida buscando formas concretas adaptadas a los tiempos y a la
realidad del territorio, pero siempre en perspectiva apostólica, con estilo misionero,
con fraternidad y la sencillez de vida. Cuando Jesús dice: “En esto
todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos
a los otros” (Jn 13,35), lo dice cierto para todos, pero en primer lugar por
los Doce, a los que llamó seguirlo más de cerca. La alegría de ser sacerdotes
y la belleza de la fraternidad. Éstas son las dos cosas más importantes que sentía
pensando en ustedes. Una última cosa así de paso: Les animo en su trabajo con las
familias y para las familias. Es un trabajo que el Señor nos pide hacer en un modo
particular en este tiempo, que es un momento difícil sea para la familia como para
la institución, sea para las familias, debido a la crisis. Pero justo cuando es difícil
el momento, Dios nos hace sentir su cercanía, su gracia, la fuerza profética de su
Palabra. Y nosotros estamos llamados a ser testigos, mediadores de esta cercanía con
las familias y esta fuerza profética para la familia. Queridos hermanos,
les agradezco. Y continuemos adelante, animados por el amor común al Señor y por la
Santa Madre Iglesia. Nuestra Señora les proteja y acompañe. Permanezcamos unidos en
la oración. ¡Gracias! (MZ_RV)