2014-06-20 19:28:41

La fe de un niño


Meditaciones para la fe. Con el Padre Guillermo Buzzo
(RV).- (audio) RealAudioMP3 Sucedió en unas primeras comuniones... Estaba todo pronto para comenzar.
De repente, un niño, de unos 8 o 9 años, se acerca y me dice: -Padre Guillermo... ¿Te puedo hacer una pregunta?
-Claro! ¿Qué querés saber? – le dije, pensando que me iba a preguntar algo acerca de la celebración, - decime…– prosiguió con una actitud inocente –¿qué se siente en el cielo?
Les confieso que nunca alguien me había hecho una pregunta tan trascendente, tan
directa y tan vivencial. Me di cuenta que para él esa pregunta era muy importante.
Me agaché hasta la altura de su mirada, y recurrí a un viejo truco que algún sacerdote viejo me enseñó, le dije: - ¿Por qué me preguntás?– mientras pensaba rápidamente qué podía contestarle. Me responde - porque...en el cielo...¿hay pasto?
- ¿¡Pasto!?– pregunté sorprendido.
- Sí, porque mi abuela me dijo que en el cielo había pasto, y que la
gente era feliz...¿Y por qué querés saber...?– insistí.
- Porque mi abuelo se fue al cielo la semana pasada, y mi abuela me dijo
que él estaba mejor que nosotros, y que donde él estaba había mucho pasto...
¿Es verdad que en el cielo hay pasto?
- ¿Cómo se llama tu abuelo? - Germán. - Y vos? - Martín
- Bueno Martín, mirá...– le dije –Yo mucho no sé, porque nunca estuve allí... Pero lo que sé es lo que Jesús nos enseñó y nos prometió acerca del cielo. Jesús contó que en el cielo la gente es muy feliz...
Mientras le hablaba vi, unos bancos más adelante, a una pareja que me miraba con atención (“sus padres”, pensé)
- Vos decime: tu abuelo ¿te enseñó algunas cosas? - Sí! – dijo, mientras le brotaba una sonrisa – me enseñó unos trucos...
- Y te parece que él pudo hacer algo bueno por los demás? ¿por quiénes?
- Por mamá..., por el tío.., por mí... - Los hizo felices, no? - Sí!
- Bueno, viste? Cuando Dios nos lleva al cielo, si nosotros hicimos felices a los demás, también allá vamos a ser muy felices, así que pienso que Germán ahora estará feliz.
- Ah... – decía pensativo, como cayendo en la cuenta de algo importante.
Jesús –le seguí diciendo- nos dijo que en el cielo todo es una fiesta, que todos somos hermanos, y que nadie sufre dolor y que...
- Pero...¿hay pasto? – interrumpió preocupado. - Bueno, qué te parece? ¿Se precisa pasto para ser feliz no? - Y... sí! –dijo con firmeza. - ...para poder jugar al fútbol, para correr y divertirse, no?
- Sí... - Entonces sí! Hay pasto en el cielo! Es más, me hacés acordar que en un
salmo de la Biblia, dice que el Señor nos va a hacer recostar en verdes praderas... Entonces tiene razón tu abuela: en el cielo hay pasto!
- ¿Qué es una pradera?
- Una pradera es un terreno grande lleno de pasto donde...
- Ah bueno... – dijo conforme –Bueno, me voy porque tengo que estar con
mis padres... Chau! - Chau Martín!
Lo despedí y quedé pensando en Martín, en Germán, en esa abuela
espectacularmente sabia, en mis abuelos.
El hermano mayor de Martín tomaba la primera comunión ese día, y él la tomaría
recién dentro de dos años, pero ya desde entonces, iba conociendo algunos de
los secretos del Buen Pastor, su amor, sus promesas, y sus verdes
praderas...








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