Dios nos prepara bien para nuestra misión: el Papa, su homilía en Santa Marta
(RV).- (audio) Cuando el Señor quiere
confiarnos una misión, “nos prepara” para hacerla “bien”, y nuestra respuesta debe
estar basada en la oración y la fidelidad. Es el pensamiento de síntesis de la homilía
del Papa Francisco, en la misa celebrada esta mañana en la Casa de Santa Marta. Se
puede ser un día valientes opositores de la idolatría en servicio de Dios y al día
siguiente estar deprimidos hasta el punto de querer morir porque alguien, en el curso
de nuestra misión, nos ha asustado. Para equilibrar estos dos extremos de la fuerza
y fragilidad humana está y estará siempre Dios, siempre que se permanezca fieles a
Él. Es la historia del profeta Elías, que se describe en la lectura del Libro de
los Reyes, tomada por Papa Francisco en su conjunto como un modelo de experiencia
de toda persona de fe. El célebre fragmento litúrgico del día, muestra a Elías en
el Monte Horeb que recibe la invitación a salir de la cueva en la que se encontraba,
para presentarse ante Dios . Cuando el Señor pasa, un fuerte viento, un terremoto
y un incendio se materializan en secuencia, pero en ninguno de ellos Dios se manifiesta.
Luego, es el momento de un ligero soplo de brisa y es en esto - recuerda el Papa -
que Elías reconoce “el Señor que pasa”.
“Pero el Señor no estaba en el viento,
en el terremoto o en el fuego, sino que estaba en aquel susurro de brisa suave, en
la paz o, como dice el texto original –precisamente el original, en una bella expresión
- dice: "El Señor estaba en un hilo de silencio sonoro". Parece una contradicción:
estaba en aquel hilo de silencio sonoro. Elías sabe discernir donde está el Señor,
y el Señor lo prepara con el don del discernimiento. Y luego, le da la misión”. La
misión que Dios confía a Elías es aquella de ungir al nuevo rey de Israel y al nuevo
profeta llamado a sustituir al mismo Elías. Papa Francisco hace especial hincapié
en la delicadeza y en el sentido de paternidad con el que esta tarea es confiada a
un hombre que, capaz de fortaleza y celo a la vez, ahora parece sólo un perdedor.
“El Señor” – afirmó el Papa –“prepara el alma, prepara el corazón, y lo prepara en
la prueba, lo prepara en la obediencia, lo prepara en la perseverancia”.
“El
Señor, cuando nos quiere dar una misión, cuando nos quiere dar un trabajo, nos prepara.
Nos prepara para hacerlo bien, como preparó a Elías. Y lo más importante de esto no
es que él haya encontrado al Señor, no, no, esto está bien. Lo importante es todo
el recorrido hasta el final para llegar a la misión que el Señor le confía. Y esta
es la diferencia entre la misión apostólica que el Señor nos da y una tarea: "Ah,
usted tiene que realizar esta tarea, debe hacer esto...", una tarea humana, honesta,
buena... Cuando el Señor da una misión, siempre nos hace entrar en un proceso, un
proceso de purificación, un proceso de discernimiento, un proceso de obediencia, un
proceso de oración”. Y la “fidelidad a este proceso”, prosiguió Papa Francisco,
es aquella de dejarnos conducir por el Señor. En este caso, con la ayuda de Dios,
Elías supera el temor desencadenado en él por la reina Jezabel, quien había amenazado
con matarlo.
“Esta reina era una reina malvada y mataba a sus enemigos.
Y él tiene miedo. Pero el Señor es más poderoso. Pero lo hace sentir como a él, también
el grande y bueno, necesita la ayuda del Señor y la preparación para la misión. Veamos
esto: él camina, obedece, sufre, discierne, reza... encuentra al Señor. Que el Señor
nos conceda la gracia de dejarnos preparar todos los días del camino de nuestra vida,
para que podamos dar testimonio de la salvación de Jesús”. (GM y ER – RV)