En Tierra Santa esperan contra toda esperanza, dijo el Papa después de su peregrinación
a la tierra de Jesús
(RV).- (Actualizado con audio completo de la catequesis del Papa en italiano) Tomando
la expresión de san Pablo que pondera a Abrahán porque confiado en Dios “esperó contra
toda esperanza”, el Obispo de Roma dijo que en su peregrinación a Tierra Santa fue
una verdadera gracia del Señor, “he querido llevar una palabra de esperanza ¡pero
también la he recibido a su vez! La he recibido de hermanos y hermanas que ‘esperan
contra toda esperanza’ (Rm.4, 18), a pesar de tantos sufrimientos”, como aquel de
los que han tenido que huir de su país y el de los discriminados y despreciados a
causa de su fe.
El Sucesor de Pedro llamó “tierra bendita”, a la que “ha visto
la presencia histórica de Jesús y donde se han verificado los eventos fundamentales
para el Hebraísmo, el Cristianismo y el Islam”, y recordó los tres objetivos de su
peregrinación. Primero: conmemorar con el Patriarca Bartolomeo el 50 aniversario del
histórico encuentro entre Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, también en Tierra Santa.
Segundo: animar el proceso de paz en Oriente Medio, invitando en nombre de Dios y
de los hombres a ser artesanos del Paz; agradeciendo a las autoridades los esfuerzos
en favor de los refugiados y su compromiso por apaciguar los conflictos. El Pontífice
recordó también su invitación a los presidentes de Israel y Palestina a venir al Vaticano
para rezar juntos por la paz. Y explicó que el tercer propósito fue confirmar en la
fe a las comunidades cristianas que sufren tanto, y expresarles la gratitud de la
Iglesia por su valiente presencia en Oriente Medio y su impagable testimonio de esperanza
y caridad.
El Vicario de Cristo insistió a la multitud de fieles y peregrinos
reunidos en la Plaza del Santuario de San Pedro en Roma para la catequesis, con su
pedido de oración por los cristianos de Tierra Santa, por la paz en Medio Oriente
y por la unidad de los cristianos.
(jesuita Guillermo Ortiz – RV).
Texto
completo de la catequesis del Papa dedicada a su peregrinación a Tierra Santa
(Audio):
Queridos
hermanos y hermanas ¡buenos días!
En los últimos días, como ustedes
saben, peregriné a Tierra Santa. Ha sido un gran don para la Iglesia, y le doy gracias
a Dios. Él me guió en aquella Tierra bendita, ¡tierra bendita! que vio la presencia
histórica de Jesús y donde se han verificado eventos fundamentales para el Judaísmo,
el Cristianismo y el Islam. Deseo renovar mi cordial agradecimiento a Su Beatitud
el Patriarca Fouad Twal, a los obispos de los diversos ritos, a los sacerdotes, a
los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa. ¡Pero estos franciscanos son buenos!
El trabajo de ellos, los que ellos hacen es buenísimo. Mi gratitud se dirige también
a la Autoridades de Jordania, de Israel y Palestina, que me acogieron con tanta cortesía,
diría también con amistad, así como a todos los que han colaborado para lograr la
visita.
1. El propósito principal de esta peregrinación fue conmemorar el 50
aniversario del histórico encuentro entre el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras.
Aquella fue la primera vez que un sucesor de Pedro visitó Tierra Santa: Pablo VI inauguraba
así, durante el Concilio Vaticano II, los viajes extra italianos de los Papas en la
época contemporánea. Ese gesto profético del Obispo de Roma y del Patriarca de Constantinopla
marcó un hito en el camino sufrido pero prometedor para la unidad de todos los cristianos,
que desde entonces ha logrado avances significativos. Por esto es que mi encuentro
con Su Santidad Bartolomé, amado hermano en Cristo, ha representado el punto culminante
de la visita. Juntos rezamos en el Sepulcro de Jesús, y con nosotros estaban el Patriarca
Greco-Ortodoxo de Jerusalén, Teófilo III y el Patriarca Armenio Apostólico Nourhan,
así como arzobispos y obispos de diferentes iglesias y comunidades, autoridades civiles
y muchos de los fieles. En aquel lugar donde resonó el anuncio de la Resurrección,
sentimos toda la amargura y el sufrimiento de las divisiones que aún existen entre
los discípulos de Cristo. Y de verdad esto hace tanto mal, mal al corazón ¡estamos
todavía divididos! En aquel lugar donde precisamente ha resonado el anuncio de la
resurrección, donde Jesús nos da la vida, ¡todavía nosotros estamos un poco divididos!
Pero,
sobre todo, en aquella celebración, cargada de mutua fraternidad, de estima y de afecto,
percibimos, fuerte, la voz del Buen Pastor Resucitado, que quiere hacer de todas sus
ovejas un solo rebaño; sentimos el deseo de sanar las heridas aún abiertas y proseguir
con tenacidad el camino hacia la plena comunión. Una vez más, como lo han hecho los
Papas anteriores, yo pido perdón por lo que nosotros hemos hecho para favorecer esta
división y pido al Espíritu Santo que nos ayude a sanar las heridas que nosotros hemos
provocado a los otros hermanos. Todos somos hermanos en Cristo y con el Patriarca
Bartolomé somos amigos, hermanos y hemos compartido las ganas de caminar juntos, de
hacer todo lo que desde hoy podemos hacer, rezar juntos, trabajar juntos por el rebaño
de Dios, buscar la paz, custodiar la creación. Tantas cosas que tenemos en común.
Y como hermanos tenemos que seguir adelante.
2. Otro de los propósitos de esta
peregrinación fue el de animar, en aquella región, el camino hacia la paz, que es
al mismo tiempo un don de Dios y compromiso de los hombres. Lo hice en Jordania, Palestina,
e Israel. Y lo hice siempre como peregrino, en el nombre de Dios y del hombre, llevando
en el corazón una gran compasión por los hijos de aquella Tierra ¡que desde hace demasiado
tiempo conviven con la guerra y que tienen el derecho de conocer finalmente días de
paz!
Por ello insté a los fieles cristianos a dejarse "ungir" con corazón abierto
y dócil por el Espíritu Santo, para ser cada vez más capaces de gestos de humildad,
de fraternidad y de reconciliación.¡Humildad, fraternidad, reconciliación! El Espíritu
hace posible tomar estas actitudes en la vida cotidiana, con personas de diferentes
culturas y religiones, para llegar a ser así "artesanos" de la paz. La paz se construye
artesanalmente. No hay industrias de paz. Se hace cada día artesanalmente y también
con el corazón abierto para que venga el donde Dios. Por esto, he exhortado a los
fieles cristianos a dejarse ungir.
En Jordania di las gracias a las Autoridades
y al pueblo por sus esfuerzos en la acogida de numerosos refugiados provenientes de
las zonas de guerra, un esfuerzo humanitario que merece y requiere el continuo apoyo
de la Comunidad internacional. He quedado impresionado por la generosidad del pueblo
jordano para recibir a los refugiados, tantos que huyen de la guerra en aquella zona.
Que el Señor bendiga este pueblo acogedor, lo bendiga tanto. Y nosotros tenemos que
rezar para que el Señor bendiga esta acogida y pedir a todas las instituciones internacionales
que ayuden a este pueblo en este trabajo de acogida que realiza. También durante la
peregrinación en otros lugares, animé a las Autoridades competentes a que continúen
sus esfuerzos para aliviar las tensiones en la zona de Oriente Medio, sobre todo en
la martirizada Siria, así como que prosigan con la búsqueda de una justa solución
al conflicto palestino-israelí. Por eso invité al Presidente de Israel y al Presidente
de Palestina, ambos hombres de paz y constructores de paz, a venir al Vaticano para
rezar conmigo por la paz. Y por favor, les pido a ustedes que no nos dejen solos:
¡ustedes recen, recen tanto para que el Señor nos de la paz, nos de la paz en aquella
tierra bendita! Cuento con sus oraciones. Recen fuerte en este tiempo, recen tanto
para que llegue la paz.
3. Esta peregrinación a Tierra Santa ha sido también
ocasión para confirmar en la fe a las comunidades cristianas, que sufren tanto, y
expresé la gratitud de toda la Iglesia por la presencia de los cristianos en aquella
zona y en todo el Medio Oriente. Estos hermanos nuestros son valientes testigos de
esperanza y de caridad, “sal y luz” en aquella Tierra. Con su vida de fe y de oración
y con la apreciada actividad educativa y asistencial, ellos obran en favor de la reconciliación
y del perdón, contribuyendo al bien común de la sociedad.
Con esta peregrinación,
que ha sido una verdadera gracia del Señor, he querido llevar una palabra de esperanza,
pero a su vez, ¡también la he recibido! La he recibido de los hermanos y hermanas
que esperan “contra toda esperanza” (Rm 4,18), a pesar de tantos sufrimientos, como
el de aquellos que han tenido que huir de su propio país a causa de los conflictos;
como el de cuántos en diversas partes del mundo, son discriminados y despreciados
a causa de su fe en Cristo. ¡Continuemos a estarles cerca! Recemos por ellos y por
la paz en Tierra Santa y en todo Medio Oriente. Que la oración de toda la Iglesia
sostenga también el camino hacia la plena unidad entre los cristianos, para que el
mundo crea en el amor de Dios, que en Jesucristo, ha venido a habitar en medio de
nosotros. Y los invito a todos ahora a rezar juntos, a rezar juntos a la Virgen, Reina
de la Paz, Reina de la unidad entre los cristianos, la mamá de todos los cristianos:
que Ella nos de paz, a todo el mundo, y que Ella nos acompañe en este camino de unidad.
(Ave María)...
(Traducción del italiano: Eduardo Rubió y María Cecilia Mutual
– RV).