La Asamblea de los Obispos preocupada por la violencia en Argentina: la voz al Presidente
de la CEA, mons. Arancedo
(RV).- (Audio) Para Radio Vaticana
estamos con Monseñor José María Arancedo, quien es el Presidente de la Conferencia
Episcopal Argentina que está concluyendo la Asamblea.
Muchísimas gracias
por respondernos Monseñor, le pedimos que nos comente cómo ha sido esta Asamblea,
cuáles son aquellas cosas que ustedes quieren comunicar sobre la Asamblea.
La
Asamblea está terminando, termina mañana. Hemos sacado un documento que se llama:
“Felices los que trabajan por la paz”. Y la preocupación del documento es el tema
de la violencia. Llegamos a decir, “Constatamos con dolor y preocupación que la Argentina
está enferma de violencia. Algunos síntomas son evidentes, otros más sutiles, pero
todos nos sentimos afectados. Por eso queremos detenernos a reflexionar –decíamos–
sobre este drama de la violencia, porque creemos que el amor vence al odio, y que
nuestro pueblo anhela la paz”. Y ahí se va describiendo una serie de formas de violencias
que se padecen a diario. En los diversos lugares, familia, en la calle, enfrentamientos,
como una raíz que en el corazón del hombre, ha ingresado la violencia en el modo de
resolver cuestiones, en la agresión también verbal; y esa violencia va generando como
una sub-cultura o una anti-cultura que va cortando lazos de pertenencia, de concordia,
y a todos nos preocupa mucho, incluso en la misma escuela. Por eso estamos advirtiendo
sobre esta realidad desde un punto, yo diría, positivo. Concluíamos diciendo que todos
estos síntomas son graves de violencia; sin embargo, en el cuerpo de nuestra sociedad
se encuentran también los recursos para afrontar el paciente camino de la recuperación.
Todos estamos involucrados. Destacábamos, ante todo, “el profundo anhelo
de paz que sigue animando el compromiso de tantos ciudadanos. No hay aquí distinción
entre creyentes y quienes no lo son. Todos estamos llamados a educarnos en la paz”,
por eso, como un gesto que acompaña este documento, hacemos una jornada de la paz
que la proponemos para el 25 de mayo, que es una fiesta patria para los argentinos.
Invitamos a todos los hombres de buena voluntad a unirnos en una oración ese día.
Sea en las catedrales, en los santuarios, en las parroquias, en los hogares; que se
ore por la convivencia pacífica, y hemos utilizado la oración clásica de San Francisco:
“Señor haz de mí un instrumento de tu paz”. Así es que, creo que esto puede ser un
signo que acompañe al documento.
Monseñor, el tema excede completamente
a lo que podría ser el marco de la Iglesia. Estamos hablando de una realidad social
que abarca todos los sectores.
¡Todos los sectores! Creo que sí, que
en esto, decimos que como pastores del pueblo de Dios, del cual provenimos, y nos
dirigimos a todos los miembros, ciertamente, de la Iglesia, pero también decimos a
los hombres y mujeres de buena voluntad para compartir esta mirada sobre la realidad
que nos preocupa, y que es la violencia, que engendra inseguridad. En esto también
se habla del daño que está provocando, también, el avance de la droga, del narcotráfico.
Es decir, que la sociedad tiene que tomar conciencia de la necesidad que tenemos,
de hacer una reflexión serena, sincera, y descubrirnos como protagonistas. Por eso
ponemos como título del documento: “Felices los que trabajan por la paz”. Yo creo
que el gran milagro no es solamente pedirle a Dios que cambie (la realidad), sino
que sea el hombre, movido por Dios. Por eso la oración, que se sienta protagonista
de un mundo nuevo, por ello “Felices los que trabajan por la paz”.
Monseñor,
además de este acto tan importante, aprovechando la fiesta patria, este acto de oración,
¿hay algunos puntos en común que los obispos intentarán desarrollar, poner en práctica,
en cada una de las diócesis?.
Sí, en cada diócesis se está trabajando
a través de pastoral social, en medios de comunicación, pastoral de adicciones, y
desde ya fortalecer los ámbitos privilegiados, como es la familia, como es la escuela.
Es decir, aquello que toca el tema de la violencia es un tema cultural, por lo tanto,
en la Iglesia, antes de la catequesis, pero también en las escuelas. Tanto en iglesias
como oficiales, la familia misma en primer lugar. Yo creo que tenemos que avanzar
en todos los ámbitos donde está el hombre, trabajando en el tema, por eso está muy
cerca la Pastoral Social, el tema de la droga, hay una pastoral de adicciones. Así
es que todos estos temas tienen que movilizar todas las áreas de Pastoral de la Iglesia.
Monseñor,
pensemos ahora, si usted me permite, en un argentino, en una familia argentina que
está sufriendo todo esto, y que por eso mismo se siente confundida, incluso desesperanzada,
desanimada. ¿Cuáles serían unas palabras de aliento, de ánimo, de acompañamiento para
el Pueblo Argentino, para estas familias argentinas que de alguna manera también se
repite en otros países de Latinoamérica en este momento.
Yo diría en
primer lugar, la certeza que el bien tiene más fuerza que el mal; que el bien ha triunfado,
venimos de la Pascua, de celebrarla y el bien ha triunfado. El Señor necesita testigos,
protagonistas, es un gran desafío. ¿Qué decirles a esas familias? ¡Que valoren lo
que tienen cerca, que amen, que repiensen sus relaciones con su esposo, su esposa,
sus hijos! Que empiecen a recrear en su barrio, con sus vecinos, que vayan creando
una cultura de la concordia, del amor, de la solidaridad en aquello que podemos. ¡Vayamos,
la fuerza del bien tiene que hacerse visible en lo concreto de la vida! y si cada
uno se siente protagonista y testigo del bien, el bien tiene más fuerza que el mal.
Muchísimas
gracias, Monseñor, por responder a Radio Vaticana.
Bueno, al contrario,
un gusto grande y agradecerles todo lo que están haciendo.
Muchísimas
gracias, a Usted y a todos los Obispos de Argentina, muchísimas gracias, hasta la
próxima Monseñor.