Seamos luz del mundo y esperanza para la humanidad, con María primera evangelizadora
al servicio de Jesús y del Evangelio
(RV).- (se actualizó con audio) Recemos por la paz
en el mundo, la Iglesia, el Papa, los que sufren y la familia. Ante las dificultades
e insidias de nuestro tiempo, como la incertidumbre laboral en especial de los jóvenes
y la crisis económica, aún hoy la Madre de Dios y de nuestra fe sigue velando amorosamente
por nosotros e invitándonos a dirigir nuestra mirada a Jesús. El Cardenal Secretario
de Estado de Su Santidad Francisco, Pietro Parolin, presidió la Santa Misa y la tradicional
Súplica a la Bienaventurada Virgen María Reina del Santísimo Rosario de Pompeya, ferviente
y conmovedora oración, que se reza cada año al mediodía del día 8 de mayo y del primer
domingo de octubre, compuesta por el Beato Bartolo Longo.
Peregrino entre
los peregrinos que llegan de todo el mundo a la «ciudad de María y de la caridad»,
nombre con el que se conoce también el Pontificio Santuario mariano de Pompeya, el
Card. Parolin, refiriéndose a la liturgia de este día, preguntó «¿qué nos quiere decir
hoy el Señor?», para luego reflexionar sobre tres conceptos: profesar nuestra fe,
ponerla en práctica con el amor al prójimo y ser luz para el mundo.
Haciendo
hincapié en la apremiante necesidad de volver a dar esperanza a la humanidad, ayudando
a los hombres de nuestro tiempo a creer en Jesús y en el Aquel que lo envió, con el
ejemplo de María, testimonio vivo de la luz de la fe, que aún hoy se sigue donando
a sus hijos, el Cardenal Secretario de Estado del Papa Francisco reiteró que la vida
nueva para los cristianos consiste en el amor y se manifiesta en la caridad. E invitó
a rezar por los miles de cristianos perseguidos en el mundo, aún hoy.
«Encomendemos
a María, Soberana del Cielo y de la Tierra, pero sobre todo Madre dulcísima nuestra
– la más tierna de las madres, todas nuestras preocupaciones, nuestras angustias y
necesidades. Recemos por la Iglesia, por el Papa Francisco – que me ha pedido que
lo recordemos en especial en este día y en este lugar – recemos por el mundo entero,
recemos por la paz. Por los enfermos, por la familia y por los Sínodos dedicados
a la familia. El Niño que vemos en el regazo de María y la mística corona que contemplamos
en su mano nos inspira confianza en que seremos escuchados. Así sea»