¿Por qué estás buscando aquello que no te puede dar vida? Jesús está vivo con nosotros,
no vayamos a sepulcros que hoy prometen algo y después no te dan nada, afirmó Francisco
(RV).- (Se actualizó con video) (Con audio)
En el evangelio,
un ángel amonesta a las mujeres que en la madrugada de pascua buscan a Jesús en el
sepulcro: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?” Inspirado en esta
pregunta el Obispo de Roma dijo que “buscamos entre los muertos al que vive cada vez
que nos encerramos en el egoísmo o en la autocomplacencia, cuando nos dejamos seducir
por el poder y las cosas de este mundo, olvidando a Dios y al prójimo, cuando ponemos
nuestra esperanza en vanidades mundanas, en el dinero o el éxito; cada vez que perdemos
la esperanza o no tenemos fuerzas para rezar, cada vez que nos sentimos solos o abandonados
de los amigos, e incluso de Dios, cada vez que nos sentimos prisioneros de nuestros
pecados”.
En una plaza de san Pedro atiborrada de peregrinos el Obispo de Roma,
se refirió a la “alegría auténtica y profunda, que se basa en la certeza de que Cristo
resucitado ya no muere más, sino que vive y actúa en la Iglesia y en el mundo”, para
afirmar a continuación que, “sin embargo, no es fácil aceptar la presencia del resucitado”
y que la pregunta que el ángel dirigió a las mujeres: ¿Por qué buscan entre los muertos
al que vive? nos debe interrogar también a nosotros. “¿Por qué estás buscando allí?
Aquello no te puede dar vida, sí, quizás te de una alegría de un minuto, de un día,
de una semana, de un mes”.
Hablando de los discípulos, el Sucesor de Pedro
dijo que cada uno por diferentes caminos buscaban entre los muertos al que está vivo,
y fue el mismo Señor el que corrigió el rumbo. Y yo, ¿qué hago? ¿Qué rumbo sigo para
encontrar a Cristo vivo? Él estará siempre cerca de nosotros para corregir el rumbo
si nosotros nos hemos equivocado.
El Vicario de Cristo pidió a los peregrinos
y fieles repetirse esta amonestación del ángel y llevarla a casa para reflexionar
en silencio y responderse: “¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo, tú
que te encierras en ti mismo después de un fracaso y tú que no tienes más la fuerza
de rezar? ¿Por qué buscas entre los muertos a aquel que está vivo, tú que te sientes
solo, abandonado por los amigos y tal vez también por Dios? ¿Por qué buscas entre
los muertos a aquel que está vivo, tú que has perdido la esperanza y tú que te sientes
aprisionado por tus pecados? ¿Por qué buscas entre los muertos a aquel que está vivo,
tú que aspiras a la belleza, a la perfección espiritual, a la justicia, a la paz?”
Esta
advertencia, dijo el Sucesor de Pedro, “¿Por qué buscas entre los muertos al que está
vivo?”, nos ayuda a salir de nuestros espacios de tristeza y nos abre a los horizontes
de la alegría y de la esperanza. “Aquella esperanza que remueve las piedras de los
sepulcros y alienta a anunciar la Buena Nueva, capaz de generar vida nueva para los
otros”.
Y concluyó afirmando: “¡Él está vivo, está con nosotros!, ¡No vayamos
por tantos sepulcros que hoy prometen algo y después no te dan nada!
Jesuita
Guillermo Ortiz
Catequesis del Santo Padre traducida al
español:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Esta semana
es la semana de la alegría, celebramos la Resurrección de Jesús. Es una alegría verdadera,
profunda, basada en la certeza de que Cristo resucitado, ya no muere más, sino que
está vivo y activo en la Iglesia y en el mundo. Esta certeza habita en los corazones
de los creyentes desde esa mañana de Pascua, cuando las mujeres fueron a la tumba
de Jesús y los ángeles les dijeron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está
vivo? ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?" (Lc 24,5). Estas
palabras son como una piedra millar en la historia; pero también una "piedra de tropiezo",
si no nos abrimos a la Buena Noticia, ¡si pensamos que un Jesús muerto molesta menos
que un Jesús vivo!
En cambio, ¿cuántas veces en nuestro caminar diario, necesitamos
escuchar que nos digan: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? ¿Por qué
buscan entre los muertos al que está vivo? Y cuántas veces nosotros buscamos la vida
entre las cosas muertas, entre las cosas que no pueden dar vida, entre las cosas que
hoy están y mañana no estarán más. Las cosas que pasan. ¿Por qué buscan entre los
muertos al que está vivo?
Necesitamos escucharlo cuando nos cerramos en cualquier
forma de egoísmo o de autocomplacencia; cuando nos dejamos seducir por los poderes
terrenales y por las cosas de este mundo, olvidando a Dios y al prójimo; cuando ponemos
nuestras esperanzas en las vanidades mundanas, en el dinero, en el éxito.
Entonces
la Palabra de Dios nos dice: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? ¿Por
qué estás buscando allí? Aquello no te puede dar vida, sí, quizás te de una alegría
de un minuto, de un día, de una semana, de un mes, ¿y luego? ¿Por qué buscan entre
los muertos al que está vivo? Esta frase debe entrar en el corazón y debemos repetirla.
¡Repitamos juntos tres veces! ¡Hagamos el esfuerzo! Todos: ¿por qué buscan entre los
muertos al que está vivo? ¡Fuerte! ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?
¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? Y hoy, cuando volvamos a casa
digámoslo en el corazón, el silencio, pero que nos venga esta pregunta: ¿Por qué
yo en la vida busco entre los muertos al que está vivo? Nos hará bien hacerlo.
Si
escuchamos, podemos abrirnos a Aquel que da la vida, Aquel que puede dar la verdadera
esperanza. En este tiempo pascual, dejémonos nuevamente tocar por el estupor del encuentro
con Cristo resucitado y vivo, por la belleza y la fecundidad de su presencia.
No
es fácil estar abierto a Jesús. No se da por descontado aceptar la vida del Resucitado
y su presencia entre nosotros. El Evangelio nos hace ver diversas reacciones: la del
apóstol Tomás, la de María Magdalena y la de los dos discípulos de Emaús: nos hace
bien compararnos con ellos. Tomás pone una condición a la fe, pide tocar la evidencia,
las llagas; María Magdalena llora, lo ve pero no lo reconoce, se da cuenta de que
es Jesús sólo cuando Él la llama por su nombre; los discípulos de Emaús, deprimidos
y con sentimientos de derrota, llegan al encuentro con Jesús dejándose acompañar por
ese misterioso viandante.
¡Cada uno por diferentes caminos! Buscaban entre
los muertos al que está vivo, y fue el mismo Señor el que corrigió el rumbo. Y yo,
¿qué hago? ¿Qué rumbo sigo para encontrar a Cristo vivo? Él estará siempre cerca de
nosotros para corregir el rumbo si nosotros nos hemos equivocado.
¿Por qué
buscan entre los muertos al que está vivo? (Lc 24,5) Esta pregunta nos hace
superar la tentación de mirar hacia atrás, a lo que ha sido ayer y nos empuja adelante,
hacia el futuro. Jesús no está en el sepulcro, ha resucitado, Él es el Viviente,
Aquel que siempre renueva su cuerpo que es la Iglesia y lo hace caminar atrayéndolo
hacia Él. “Ayer” es la tumba de Jesús y la tumba de la Iglesia, el sepulcro de la
verdad y de la justicia; “hoy” es la resurrección perenne hacia la cual nos empuja
el Espíritu Santo, donándonos la plena libertad.
Hoy nos es dirigido también
a nosotros este interrogativo. Tú, ¿por qué buscas entre los muertos a aquel que está
vivo, tú que te cierras en ti mismo después de una derrota y tú que no tienes más
fuerza para rezar? ¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo, tú que te
sientes solo, abandonado por los amigos y quizás también por Dios? ¿Por qué buscas
entre los muertos al que está vivo, tú que has perdido la esperanza y tú que te sientes
prisionero de tus pecados? ¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo, tú
que aspiras a la belleza, a la perfección espiritual, a la justicia, a la paz?
¡Tenemos
necesidad de sentirnos repetir y de recordarnos mutuamente la advertencia del ángel!
Esta advertencia ¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo?, nos ayuda a
salir de nuestros espacios de tristeza y nos abre a los horizontes de la alegría y
de la esperanza. Aquella esperanza que remueve las piedras de los sepulcros y alienta
a anunciar la Buena Nueva, capaz de generar vida nueva para los otros. Repitamos esta
frase del ángel para tenerla en el corazón y en la memoria. Y después cada uno responda
en silencio: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? ¡Repitámosla! ¿Por
qué buscan entre los muertos al que está vivo? Pero miren, hermanos y hermanas,
¡Él está vivo, está con nosotros! ¡No vayamos por tantos sepulcros que hoy te prometen
algo, belleza… y luego no te dan nada! ¡Él está vivo! ¡No busquemos entre los muertos
al que está vivo! Gracias.
Traducción del italiano: Cecilia de Malak y María
Cecilia Mutual - RV