La cercanía a los ciudadanos es una palabra clave para la buena política y también
para la pastoral, dijo el Papa a los alcaldes de Italia
(RV).- (actualizdo con audio y video) Al recibir, en la
Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano, a la Asociación Nacional de los
Ayuntamientos italianos, el Papa Francisco les dijo que la cercanía a los ciudadanos
es una “palabra clave” para la buena política, y también para la pastoral, porque
la política, como servicio, comienza precisamente por la proximidad a la gente, a
la vida real.
El Santo Padre también les dijo que el bien común es la “estrella
polar” de todo compromiso en favor de la colectividad, destacando que en la actualidad,
a él se opone la cultura del individualismo exasperado, de los intereses sectoriales,
de los derechos subjetivos.
Al recordarles que viven en primera persona la
tensión entre la globalización y el localismo, que no puede resolverse excluyendo
a uno de los dos aspectos, sino más bien asumiendo plenamente los desafíos planteados
por el nivel local, sin cerrarse, y teniendo abierta la mirada a la dimensión global,
el Pontífice les dijo que su tarea es precisamente la de enlazar las cuestiones específicas
y originales de cada uno de los territorios construyendo puentes y sólidos lazos con
las instancias superiores. A la vez que destacó que cada día están llamados a afrontar
problemas locales y que lo hacen teniendo presente una perspectiva más amplia.
Refiriéndose
al nivel “global” el Papa Francisco afirmó que hoy suele percibirse como un peso,
a causa de la crisis y de la consecuente reducción de los recursos disponibles. Por
esta razón, destacó que el trabajo de los alcaldes es más valioso aún; porque cuando
los recursos son pocos, es necesario administrarlos con mayor atención, con inteligencia
y con gran sentido de la justicia.
También les recordó que pueden recurrir
al secular patrimonio de experiencias de los ayuntamientos italianos, aplicando con
sabiduría el principio de la subsidiaridad y el de la solidaridad. Mientras la fe
cristiana, que en el curso de los siglos ha permeado las culturas, ha favorecido el
enraizamiento de una cultura de paz, abierta a un horizonte de plenitud y de felicidad
que es el del Reino de Dios.
Antes de impartirles su Bendición Apostólica,
extensiva a sus ayuntamientos, colaboradores y la entera Nación italiana, el Obispo
de Roma manifestó su deseo de que las raíces cristianas los ayuden también hoy a ser
hombres y mujeres anclados firmemente a la tierra pero con un horizonte alto que los
anime y los sostenga para realizar los pequeños pasos de cada día.