La gracia más grande no es sólo poder ver sino conocer la “luz del mundo”, el Papa
durante el Ángelus
(RV).- (Con audio. Actualizado con video) En sus palabras antes del rezo del Ángelus
refiriéndose al Evangelio del día, el Santo Padre Francisco recordó ante miles de
fieles y peregrinos que mientras el ciego curado se acerca gradualmente a la luz,
los doctores de la ley al contrario se hunden cada vez más en la ceguera interior.
Encerrados en su presunción, creen tener ya la luz; por esto no se abren a la verdad
de Jesús. "Nuestra vida, a veces, es parecida a aquella del ciego que se ha abierto
a la luz, a Dios y a su gracia. A veces, lamentablemente, es un poco como aquella
de los doctores de la ley: desde lo alto de nuestro orgullo juzgamos a los demás,
y ¡hasta al Señor!" "Hoy, estamos invitados a abrirnos a la luz de Cristo para llevar
fruto a nuestra vida, para eliminar los comportamientos que no son cristianos, subrayó
el Obispo de Roma, para caminar decididamente sobre el camino de la santidad", que
tiene su inicio en el Bautismo. "De hecho también nosotros hemos sido 'iluminados'
por Cristo en el Bautismo, para que, como nos recuerda san Pablo, podamos comportarnos
como 'hijos de la luz' con humildad, paciencia, misericordia." (RC-RV)
Palabras
del Papa antes del rezo del Ángelus
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El Evangelio de
hoy nos presenta el episodio del hombre ciego de nacimiento, a quien Jesús dona la
vista. El largo relato- ¡es largo!- inicia con un ciego que comienza a ver y concluye
-esto es curioso- con los presuntos videntes que continúan permaneciendo ciegos en
el alma. El milagro es narrado por Juan en apenas dos versículos, porque el evangelista
quiere atraer la atención no sobre el milagro en sí, sino sobre aquello que ocurre
después, sobre las discusiones que origina. También sobre las habladurías, ¿no? Tantas
veces una buena acción, una obra de caridad origina habladurías, discusiones porque
hay algunos que no quieren ver la verdad. El evangelista Juan quiere atraer la atención
sobre esto que también ocurre en nuestros días, cuando se cumple una acción buena.
El ciego curado es en primer lugar interrogado por la multitud sorprendida- han visto
el milagro y lo interrogan; luego por los doctores de la ley; y éstos interrogan también
a sus padres. Al final el ciego curado llega a la fe, y ésta es la gracia más grande
que le viene dada por Jesús: no sólo poder ver, sino conocer a Él, ver a Él, como
«la luz del mundo» (Jn 9,5).
Mientras el ciego se acerca gradualmente a la
luz, los doctores de la ley al contrario se hunden cada vez más en su ceguera interior.
Encerrados en su presunción, creen tener ya la luz; por esto no se abren a la verdad
de Jesús. Ellos hacen todo lo posible por negar la evidencia. Ponen en duda la identidad
del hombre curado; después niegan la acción de Dios en la curación, tomando como pretexto
que Dios no obra el sábado; llegan incluso a dudar que aquel hombre hubiese nacido
ciego. Su cerrazón a la luz se vuelve agresiva y desemboca en la expulsión del hombre
curado del templo. Expulsado del templo.
El camino del ciego en cambio es un
camino por etapas, que parte del conocimiento del nombre de Jesús. No conoce a otro
que a Él; de hecho dice: « Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre
mis ojos» (v. 11). Como consecuencia de las insistentes preguntas de los doctores,
primero lo considera un profeta (v. 17) y después un hombre cercano a Dios (v. 31).
Luego que ha sido alejado del templo, excluido de la sociedad, Jesús lo vuelve a encontrar
y le “abre los ojos” por segunda vez, revelándole la propia identidad: «Yo soy el
Mesías», le dice. A este punto aquel que había sido ciego exclama: «¡Creo, Señor!»
(v. 38), y se inclina ante Jesús . Este es un relato del Evangelio que hace ver el
drama de la ceguera interior de tanta gente: también nuestra gente ¿eh?, porque nosotros
tenemos, algunas veces, momentos de ceguera interior.
Nuestra vida, a veces,
es parecida a aquella del ciego que se ha abierto a la luz, que se ha abierto a Dios
y a la gracia. A veces, lamentablemente, es un poco como aquella de los doctores de
la ley: desde lo alto de nuestro orgullo juzgamos a los demás, y ¡hasta al Señor!
Hoy estamos invitados a abrirnos a la luz de Cristo para llevar fruto a nuestra vida,
para eliminar los comportamientos que no son cristianos: todos somos cristianos, pero
todos nosotros, todos ¿eh?, tenemos algunas veces comportamientos no cristianos; comportamientos
que son pecados ¿no? Y debemos arrepentirnos de esto y eliminar este comportamiento
para caminar decididamente sobre el camino de la santidad, que tiene su inicio en
el Bautismo, y en el Bautismo hemos sido iluminados, para que, como nos recuerda san
Pablo, podamos comportarnos como «hijos de la luz» (Ef 5,8), con humildad, paciencia,
misericordia. Estos doctores de la ley no tenían ni humildad ni paciencia ni misericordia.
Hoy les sugiero, cuando regresen a casa, que tomen el Evangelio de Juan y lean aquel
pasaje del capítulo 9: y esto les hará bien, porque así verán este camino de la ceguera
a la luz y aquel otro camino malo hacia una ceguera más profunda. Y preguntémonos:
¿cómo es nuestro corazón? ¿cómo es mi corazón?, ¿cómo es tu corazón? ¿Cómo es nuestro
corazón? ¿Tengo un corazón abierto o cerrado hacia el prójimo? Tenemos siempre en
nosotros alguna cerrazón nacida del pecado, nacida de los errores: no tengamos miedo,
¡no tengamos miedo! Abrámonos a la luz del Señor: Él nos espera siempre. Él nos espera
siempre. Para hacernos ver mejor. Para darnos más luz, para perdonarnos. No se olviden
de esto: Él nos espera siempre.
Confiemos a la Virgen María el camino cuaresmal,
para que también nosotros, como el ciego curado, podamos con la gracia de Cristo “venir
a la luz”, ir más adelante en la luz y renacer a la vida nueva.
(Traducción
del italiano: Raúl Cabrera- Radio Vaticano)
Palabras del Papa
tras el rezo mariano del Ángelus
Después de rezo del Ángelus, el
Papa saludó cordialmente a las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones
y a todos los fieles provenientes de Italia y de otros países del mundo. En particular
Francisco saludó a los fieles españoles llegados de Ponferrada y de Valladolid; a
los estudiantes y profesores de los colegios de Murcia, Castelfranco de Córdoba y
Laganés; y a los alumnos de los colegios de París y a los emigrantes portugueses de
Londres.
El Santo Padre saludó asimismo al Movimiento Juvenil de los Hermanos
de la LaSalle; al grupo "Jóvenes, arte y fe de Santa Paula Frassinetti; y a los universitarios
de Venecia. Un saludo particular lo mandó el Papa a los soldados italianos que han
peregrinado a pie desde Loreto a Roma, orando por una resolución pacífica y justa
de todos los conflictos en el mundo. “¡Y esto es muy hermoso! Jesús en las bienaventuranzas
dice “bienaventurados los que trabajan por la paz!”.
Luego el Pontífice repartió
saludos y pensamientos concretos a diversos grupos de fieles de parroquias italianas,
a algunos muchachos que se preparan para la confirmación y a estudiantes. Por último,
Francisco saludó a la Coral de Brembo, la Asociación deportiva Laurentino de Roma,
a los motociclistas de Terni-Narni, y a los representantes del Fondo Mundial para
la Conservación de la Naturaleza (WWF), animándoles en su compromiso por la defensa
del medio ambiente.
“Y no olviden ¿eh?, en casa tomen el evangelio de Juan
capítulo 9 y lean esta historia del ciego vidente y de los presuntos videntes que
se hundieron aún más en su ceguera. ¡Capítulo 9 del evangelio de Juan!
“Les
deseo a todos -dijo el Papa- un buen domingo y una buena comida. Hasta la próxima”