El Papa y la cultura del encuentro frente a la cultura de la exclusión: sólo los que
reconocen su fragilidad pueden construir relaciones fraternas
(RV).- (Actualizado con video. Audio) El Papa Francisco,
el sábado, se reunió en el Aula Pablo VI con más de 6 mil fieles de varios países
del Movimiento Apostólico Ciegos, que promovió este encuentro con ocasión de la Jornada
del compartir. Junto a ellos también participaron la Pequeña Misión de los sordomudos.
Francisco les dirigió unas palabras y reflexionó sobre el tema del evento: “Testigos
del Evangelio para una cultura del encuentro”.
“De hecho, para ser testigos
del Evangelio, debemos haber encontrado a Él, a Jesús. Quién lo conoce realmente,
se convierte en su testigo. Al igual que la mujer samaritana -lo leíamos el domingo
pasado- esta mujer que se encuentra con Jesús, habla con Él, y su vida cambia”.
La
samaritana regresa con su pueblo y les dice que quizá ha conocido al Mesías.
“Testigo
del Evangelio es aquel que ha encontrado a Jesucristo, que lo ha conocido, o mejor
dicho, se sintió conocido por Él, re-conocido, respetado, amado, perdonado, y este
encuentro lo tocó profundamente, lo llenó de una nueva alegría, un nuevo sentido de
la vida”.
La samaritana es un ejemplo claro, dijo el Papa, del tipo de persona
con quien Jesús le gustaba encontrarse para hacerla testigo: personas marginadas,
excluidas, despreciadas. Como la samaritana, que lo era por ser mujer y ser samaritana,
pueblo despreciado por los judíos.
“Pero pensemos en las tantas personas que
Jesús quiso conocer, especialmente personas marcadas por la enfermedad y la discapacidad,
para sanarlas y restituirles la dignidad plena. Es muy importante que precisamente
estas personas se convierten en testigos de una nueva actitud, que podemos llamar
la cultura del encuentro”.
Jesús rechaza la concepción “blasfema” que consideraba
la ceguera un castigo divino. Y devolviéndoles la vista, dice el Papa, “los convierte
en testigos de Jesús y de su obra que es Obra de Dios, de la vida, del amor, de la
misericordia”. Mientras que los jefes de los fariseos, juzgaban a Jesús y sus ciegos
como "pecadores", el hombre ciego curado, con desarmante simplicidad, defiende a Jesús
y profesa su fe en Él, y también comparte su destino: Jesús y él vienen excluidos.
“Aquí
están las dos culturas opuestas. La cultura del encuentro y la cultura de la exclusión,
del prejuicio. La persona enferma o discapacitada, desde su fragilidad, desde su límite,
puede convertirse en testigo del encuentro: el encuentro con Jesús, que se abre a
la vida y la fe; y el encuentro con el otro, con la comunidad. De hecho, sólo aquellos
que reconocen su fragilidad, sus límites pueden construir relaciones fraternas y solidarias
en la Iglesia y en la sociedad”.
“Gracias por haber venido”, les ha dicho el
Papa a los miembros del Movimiento de ciegos y a la Misión de sordomudos, “déjense
encontrar por Jesús: solo Èl conoce verdaderamente el corazón del hombre y solo Él
puede liberarlo de la cerrazón y del pesimismo estéril y abrirlo a la vida y a la
esperanza”.