(RV).- (Con audio)
Así se llamaba “¡Veo,
veo! ¿Que ves?”, un juego de la infancia en el que tratábamos de adivinar por los
colores y las formas lo que otro había mirado.
¿Qué miro yo y que ves vos hoy?
Las
cosas materiales que vemos son como un espejo de otra realidad. Como la luna refleja
la luz del sol, así las cosas que ilumina la luz material son en realidad signo, símbolo,
ventana del misterio de Dios que las creo y las sustenta. Por eso, muchos descubren
a Dios a través de la creación, porque miran en profundidad, no se quedan distraídos
en la superficie, y ven más allá de los ojos…
Una señora muy aficionada a las
carteras, entro por primera vez a un negocio muy grande y cuando vio tantas carteras
juntas expresó fascinada: “Esto es el paraíso”. Con el dinero que pagó por la cartera
de cuero de cocodrilo que compró hubieran podido comer ese día muchísimos niños desnutridos.
Pero esta mujer necia no pasaba de ver la piel, la superficie de solo algunas cosas. ¡Cómo
encandila hoy la luz de las vidrieras de tantos negocios, de tantas imágenes ilusorias,
virtuales! La luz de una felicidad de cartón pintado que existe solo en la imaginación
pero que no es real ni podrá serlo nunca.
¿Me quedo, te quedás en la superficie?
O ¿mirás las cosas como signos, símbolos, ventanas con la luz de la fe que nos ayuda
a ver más allá, en el misterio de la vida y las cosas?
El predicador de la
Casa Pontificia recomendó en la cuaresma 2014 el ayuno de imágenes: "muchas de ellas
no son sanas – dijo –, propagan violencia y maldad, y no hacen más que incitar los
peores instintos que llevamos dentro". Y Francisco Papa manifestó: "Quizá ahora nuestros
ojos están un poco enfermos porque vemos tantas cosas contra Jesús, cosas mundanas
que no nos hacen bien. Y así esta luz se apaga lentamente, y sin saberlo acabamos
en la oscuridad interior, en la oscuridad espiritual, en la oscuridad de la fe, porque
no estamos acostumbrados a mirar las cosas de Jesús".
¿Qué imágenes tenemos
dentro hoy vos y yo? Cuando cerramos los ojos ¿qué imagen nos proyecta el corazón?
Jesús
devolvió la vista al ciego de nacimiento y el ciego dio testimonio de Jesús ante los
fariseos: “Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo
que fuera a lavarme. Entonces fui, me lavé y comencé a ver”. Encontrándose de nuevo
con Jesús le dijo: “Creo Señor” y se postró ante él (Jn 9, 1-41).
No
sólo está la luz del sol para los ojos, también está la luz de la fe.
No había
agua allí y Jesús hizo barro con su saliva para poner sobre los ojos del ciego. Así
volvió al barro primigenio del hombre; a los albores de la creación. La saliva en
la boca humedece la lengua y al inicio Dios dijo: Luz y la luz se hizo en los ojos
de Adán todavía ciego. Pero como en este caso el barro es polvo de la tierra más saliva
de Dios, se trata de la luz natural y también de la luz divina, la luz de la fe. Deseando
ver la luz natural del sol, el ciego ve en Jesús la Luz divina.
¡Señor que
vea! Pero que vea no solamente con la luz natural de los ojos, sino también y sobre
todo con la luz de la fe. Que vea en lo profundo de las cosas tu acción y tu presencia.