El renovado
encuentro con Cristo, presentó el Documento de Aparecida en 2007, mueve a un renovado
anuncio de Cristo. Es el corazón de la misión de la Iglesia a nuestros pueblos. Su
estilo tiene que ser positivo y propositivo, para que muchos elijan hacer la
experiencia hermosa y gozosa del discipulado misionero del Señor Jesús.
El
kerigma, es el primer anuncio del amor misericordioso de Dios Padre, que entrega a
su Hijo Jesús para salvar a los hombres del pecado y de la muerte, y por medio del
Espíritu Santo dona la vida cristiana en su Iglesia evangelizadora para la vida plena
de nuestros pueblos.
Este primer anuncio de la Buena Noticia debe sostener
y acompañar el crecimiento en la fe de las personas y la vida de la comunidad
cristiana y su misión evangelizadora. La educación en la fe, la catequesis, tiene
que incluir las diversas dimensiones de una persona: la humana y comunitaria, la espiritual,
la intelectual y la pastoral y misionera. Aparecida en el número 279 enseña:
“En
la base de estas dimensiones, está la fuerza del anuncio kerigmático. El poder
del Espíritu y de la Palabra contagia a las personas y las lleva a escuchar a Jesucristo,
a creer en Él como su Salvador, a reconocerlo como quien da pleno significado a su
vida y a seguir sus pasos. El anuncio se fundamenta en el hecho de la presencia
de Cristo Resucitado hoy en la Iglesia, y es el factor imprescindible del proceso
de formación de discípulos y misioneros”.
Este camino encierra una formación
permanente y personalizada que se encarna en el camino histórico que la Iglesia va
realizando. El Papa Francisco, a fines de 2013 en el número 143 de La alegría del
Evangelio, destacó la actitud materna con que la Iglesia debe realizar
su colaboración al diálogo entre Dios y su pueblo, y un medio destacado, la homilía,
que los pastores ofrecen en la misa a continuación de la proclamación de la Palabra
de Dios.
“El predicador tiene la hermosísima y difícil misión de aunar los
corazones que se aman, el del Señor y los de su pueblo… El Señor y su pueblo se hablan
de mil maneras directamente, sin intermediarios. Pero en la homilía quieren que alguien
haga de instrumento y exprese los sentimientos, de manera tal que después cada
uno elija por dónde sigue su conversación”.
Luego, en el número 164 afirma:
“Hemos redescubierto que también en la catequesis tiene un rol fundamental el primer
anuncio o «kerygma», que debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora
y de todo intento de renovación eclesial. El kerygma es trinitario. Es el fuego
del Espíritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con
su muerte y resurrección nos revela y nos comunica la misericordia infinita del Padre…
Cuando a este primer anuncio se le llama «primero», eso no significa que está al comienzo
y después se olvida o se reemplaza por otros contenidos que lo superan. Es el primero
en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre
hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar
de una forma o de otra a lo largo de la catequesis, en todas sus etapas y momentos”.
Somos invitados a agradecer el anuncio de la fe que hemos recibido
en la Iglesia de nuestros mayores, y a valorar el espacio de la homilía en la Misa.
Nuestra misión es cultivar el don de la vida cristiana y comunicarla con gozo
a nuestros hermanos con gestos y palabras.