Francisco imita a Jesús, que fue a rezar al desierto, con una semana de ejercicios
espirituales fuera de Roma y con miembros de la Curia Vaticana
REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- (Con audio)
Bergoglio no celebra
el 13 de marzo, aniversario de su elección como obispo de Roma en el Vaticano, sino
en Ariccia, haciendo oración.
En la tarde del domingo 9 de marzo el Papa llego
a la “Casa del Divino Maestro” de los Paulinos, con 83 miembros de la curia. Saludo
a los vecinos que esperaban su llegada desde la ventanilla de uno de los dos colectivos
que transportaron al grupo.
Los ejercicios espirituales son un tiempo intenso
y largo de oración, en un momento propicio como la Cuaresma, en la que recordamos
los cuarenta días y noches de Jesús solo en el desierto. La oración personal es el
desierto cotidiano del cristiano para estar a solas con Dios y poder salir así a los
hermanos a compartir el amor del Padre.
Esta oración se sustenta sobre la fe
de que Dios habla al corazón humano. Papa Francisco, como jesuita, conoce bien el
método de san Ignacio de Loyola –patrono de los ejercicios espirituales en la Iglesia-.
Este método pone a la persona sola delante de Dios, es decir, por más que estos ejercicios
se hagan en grupo, el tiempo más importante es el momento personal de oración a solas
con Dios para buscar y hallar la voluntad de Dios.
Y así como Jesús en el desierto
fue tentado por el demonio, así todo el que busca escuchar la voz de Dios en su interior
se expone también a las tentaciones del demonio que pretende apartarnos del camino
de Dios. Por eso los ejercicios espirituales son un tiempo fuerte de lucha espiritual,
de lucha interior, donde la base de la oración es la palabra de Dios que es el arma
con la que el cristiano se defiende de las tentaciones. Ignacio de Loyola titula
los ejercicios: “Para vencerse así mismo”.
A pocas horas antes de partir del
Vaticano, el obispo de Roma pidió oraciones por él y por los van con él a los ejercicios
en el ángelus de este domingo 9 de marzo.